Compañía Irene Rodríguez: con la pasión del folclore cubano e ibérico

Compañía Irene Rodríguez: con la pasión del folclore cubano e ibérico
Fecha de publicación: 
25 Marzo 2017
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El estreno mundial de Amaranto suscitó la víspera una apoteosis de aplausos y ovaciones en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, pero el público aún está a tiempo de disfrutarlo, pues se repone esta noche y mañana.

La pieza inicial, El mito, apela a un recurso teatral para jugar con el significado del título, asociado a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios.

En ningún momento se divisa un rostro, el telón negro no se eleva un metro, apenas sube unos centímetros para dejar al descubierto las piernas de las bailarinas con tacones negros, y pronto entra un par blanco, desafiante, aunque por momentos sucumbe a la homogeneidad.

Solo piernas, taconeo casi constante y los pies marcando direcciones, sentidos, rechazo, desacuerdos, aceptación, unidad, un instante aparecen unas palmas para elevar el nivel de emoción, de seducción y misterio por lo no mostrado.Al borde del final, los tacones blancos desaparecen, como si la portadora pudiera levitar.

Con sucesos similares nacían los mitos.La música en vivo bajo la dirección de Noel Gutiérrez aporta brillo al espectáculo que incluso cede un espacio completo a los instrumentistas para interpretar Falsa bulería, una composición del propio conductor donde sobresalen instrumentos de percusión y una trompeta.

El último gaitero de La Habana esboza un lindo homenaje a Eduardo Lorenzo, un emigrante español que se dio a la tarea en Cuba de enseñar la ejecución y fabricación del instrumento en aras de perpetuar en la isla ese icono de la cultura de su país natal.

La obra se enriquece con danzas típicas gallegas, el trabajo en cano de la compañía, algún que otro ritmo afrocubano mezclado, la elegancia y energía de Rodríguez y el toque de una gaita por Ricardo Primiano.

Por su parte, Fever retoma la famosa canción de los estadounidenses Eddie Cooley y John Davenport (Otis Blackwell) con arreglos de Noel Gutiérrez que la entregan más al jazz, mientras las bailarinas crecen a partir del efecto generado por sus sombras sobre un telón delantero.En esta obra el flamenco prima como lenguaje danzario y las artistas ganan en estilización con atrevidos y modernos diseños de vestuario.

Como directora, Rodríguez brindó la oportunidad de crear a algunos de sus bailarines como Karla Paz, autora de Aporía, y Hansel Correa y Víctor Basilio Pérez, coreógrafos de Encontra2, piezas que se insertan bien en el programa.

La obra de cierre, Amaranto, expone todos los dominios de Rodríguez: cualidades para la actuación y en especial para el drama, bailarina coordinada, elegante, de manos y brazos muy expresivos, y un taconeo enloquecedor, como si pudiera manejar los pies cual zunzún dispone de sus alas.

El domino de la estola española y de los tacones, usados a veces como zapatillas de puntas y deslizados hacia posiciones del ballet clásico, llevaron al público al delirio, el teatro de pie la ovacionó durante minutos.

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