Escuchar, disfrutar, vivir el rock en Cuba

Escuchar, disfrutar, vivir el rock en Cuba
Fecha de publicación: 
29 Marzo 2017
0
Imagen principal: 

No se puede ignorar la historia: durante mucho tiempo el rock estuvo muy mal visto en Cuba, al menos por el entramado institucional. Como otros géneros, sufrió los prejuicios sostenidos por erradas políticas culturales, que lo identificaban como elemento de “penetración ideológica”.

 

Pero el quinquenio gris (o la cantidad de años que hayan sido) ha quedado atrás, afortunadamente. Y ahora los amantes, los seguidores, los creadores de esa singular manifestación (algunos creen que es mucho más que eso, hablan de una “cultura del rock”) tienen muchas puertas abiertas en este país… aunque no parezcan todavía suficientes.

 

Es que, con todo, persisten algunas incomprensiones, ya no en ámbitos “oficiales”, sino entre la población en general. Mucha gente sigue mirando con recelo, por ejemplo, a los rockeros que se dejan el pelo largo y visten de manera “estrafalaria”.

 

Más que de gustos, es cuestión de información. O de falta de información.

 

No pocos piensan que la promoción de un género musical va necesariamente en detrimento de otro género. Algunos incluso no creen que haya que promocionar el rock en los medios de comunicación porque eso le quitaría espacios a la música popular y tradicional cubana, que es la que tendríamos que potenciar, pues es la nuestra.

 

Una cosa no tiene por qué afectar a la otra. Se puede promocionar más y mejor el rock que se hace en Cuba, sin que eso signifique que les restemos espacios a otras sonoridades más autóctonas.

 

Toda propuesta musical y cultural en general, tiene su público. Y ningún público puede ser ignorado. Además, el rock tiene la misma legitimidad que otras expresiones o géneros de la música, no faltara más. Y hay una verdad del tamaño de un templo: el rock, en su amplísimo espectro, atesora indiscutibles valores conceptuales y estéticos.

 

Por supuesto que en Cuba (como en todas partes) hay calidades disímiles. No todas las bandas están a la altura, las hay buenas y no tan buenas. Pero eso no pasa solo con el rock. Hay buena trova y trova regular; hay buenos instrumentistas de música sinfónica y otros son francamente mediocres… El reto es consolidar las jerarquías artísticas. Y en nuestro rock, esas jerarquías están perfectamente establecidas.

 

No vamos a caer en la polémica de siempre: ¿podemos hablar de un rock cubano? Esa es una tarea para los musicólogos y especialistas. Lo que sí queda claro es que el rock que se hace aquí no es igual al que se hace en los Estados Unidos o en Gran Bretaña. Ni siquiera es igual al que se hace en otros países latinoamericanos. Y afortunadamente, como para comprobarlo, en los últimos años hemos recibido la visita de varias bandas de la región y de más allá.

 

Que en muchos casos hay que trabajar más las letras, que también convendría mejorar la calidad intrínseca de la música, de la sonoridad… resulta incuestionable. Pero también lo es el hecho de que en nuestros catálogos hay excelentes agrupaciones. Y hay que trabajar mucho más en su promoción.

 

Hay espacios en la radio y la televisión que se dedican a la difusión del rock. Tienen un público fiel, entusiasta. La mayoría de ellos son, de hecho, buenos programas. Pero falta un poco más de labor puramente educativa, que combata los prejuicios que subsisten.

 

Si una Sinfonía de Mozart no es considerada extranjerizante, ¿por qué tendría que ser extranjerizante el rock? Y no solo por el mero hecho de que en Cuba hay tradición en el consumo y la creación de esa cultura, no es cosa del otro día… sino porque hay un valioso patrimonio universal: se hace muy buen rock en el mundo, y la amplitud del registro es impresionante: desde el rock sinfónico hasta las manifestaciones más duras.

 

Vincular a todo un género musical con determinadas actitudes reprobables de un grupo de personas no pasa de ser una peligrosa simplificación.

 

¿Dónde puedo escuchar buen rock?

 

Más allá de los medios de comunicación, son los espacios físicos los que garantizan la supervivencia del rock que se hace en Cuba. O sea, los clubes, los centros culturales, los teatros…

 

En La Habana y en otras ciudades hay instalaciones que ya tienen un trabajo reconocible. Recientemente se dio a conocer la buena noticia de que este año se debe reabrir el emblemático Maxim Rock, que es como la catedral del rock en Cuba y lleva ya unos cuantos meses cerrado por problemas constructivos.

 

Urge, es necesario. Porque con el rock pasa lo que con otras expresiones, como la trova, el hip hop: su disfrute va más allá de la simple apreciación de la música. Necesita también de la complicidad del grupo, del ambiente de un lugar específico, de una marcada comunión de intereses vitales.

 

El rock cubano tiene todavía muchos retos: El salto a la palestra internacional; la superación de muchos músicos y del mismo público.

 

Por suerte ahora mismo hay voluntad institucional. Y ese es un paso importante para vencer los prejuicios.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.