¡Boom!: Facebook

¡Boom!: Facebook
Fecha de publicación: 
21 Marzo 2017
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Y es que me siento parte de un torbellino, enredada entre millones de datos procesados a cada segundo en esa red social que se ha hecho parte indisoluble de mi existencia y la de muchos.

 

Me justifico, o al menos lo intento: es la vía de comunicación con tantos amigos al otro lado, (que cada vez son más), es una forma de actualizarme, me distraigo a veces, aprendo, y una larga lista de etcéteras; pero el caso es que también el tiempo se me va diariamente con demasiada bobería “feisbukiana”.

 

Hablo desde las bondades de mi conexión a Internet, con la cual el color verde de mi chat está prendido casi todo el día. Es esa misma posibilidad la que me permite ver el profundo abismo, la brecha creciente entre mis Facebook-amigos de allá, todo el tiempo conectados-, y los de acá, que desembolsan dos pesos en Moneda Libremente Convertible (ahora 1.50 por la nueva y aún cara tarifa) para no estar fuera de tono con la tendencia mundial de los internautas.

 

Por momentos Facebook se me antoja un campo de batalla: algunos se empeñan en demostrar su inteligencia, otros, su falta de capacidad, su pésima ortografía (claro, sin tener conciencia de ello), la mayoría apuesta por dar a conocer sus mejores poses en fotos pensadas previamente para colgarlas, el éxito profesional y hasta los sentimientos, estados emocionales, desgracias…

 

Llegado a este punto, ¡que no se me tilde de apocalíptica! Digamos que soy observadora, participante lo dije de antemano, pero un tanto inquieta. Me encuentro reticente a creer que esa realidad virtual se vuelve más rica que la cotidiana, que debo medir mis aptitudes por el número de likes o que siempre debo mostrar una posición ante los “dimequetediré” frecuentísimos en el campo político, el económico, cultural o social.

 

Quiero pensar que Facebook no complicará las cosas y los más muchachos no dependerán de un móvil y una conexión WIFI para hacer amistades, para tener parejas, para sentirse exitosos. Mas, a veces, lo real me golpea y pongo todo eso en duda.

 

Entrar en Facebook es como abrir una ventana: para algunos viajar sin necesidad de aviones, una suerte de puente con el mundo exterior, la oportunidad de sentirse un tilín importante, de ser sexy o lucir inteligente, de encontrar noticias, de ser parte de algo. Eso, está claro. Lo que se torna poco nítido es el a dónde vamos a parar, la incertidumbre perenne de los límites indefinidos de la tecnología, con generaciones que absorben más y más su impacto.

 

A lo mejor sea bueno no entender demasiado de estos temas, sin rayar en la ignorancia por supuesto que nunca es buena compañera, sino estar un tanto al margen para poner los pies en la tierra y hacer.

 

Aunque no sé si ahora estaría dispuesta a perder mis contactos, a desaparecer de las redes o negarle la posibilidad a mi abuela de explicarle cómo desde la fría Rusia, hasta en esta Isla del Caribe mi tío y yo hablamos sin vernos, conversamos y las distancias, sobran.

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