DE CUBA, SU GENTE: Sibby

DE CUBA, SU GENTE: Sibby
Fecha de publicación: 
22 Marzo 2017
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Me dice, ya parada frente a mí, su barbilla a apenas el nivel de mis rodillas, que se llama Sibby y que tiene un sapo en la boca.

Es muy pequeña. Y preciosa. La madre, que viene detrás de ella, me pide disculpas. La madre está embarazada —esta vez de un varón, comenta— y parece muy cansada.

Sibby insiste:

—¡Tengo un sapo en mi boca!

Le digo, a ver, déjame verlo. Le sostengo la mandíbula:

—Di «Ah».

Por toda respuesta, Sibby me muerde el dedo. La madre pone el grito en el cielo.

—¡Sibby, pero serás salvaje! ¡Suelta el dedo de la muchacha!

Pero yo conservo la calma. Mis regaños son más sutiles, más a lo budismo zen.

Para empezar, miro a Sibby con una dulzura que para nada delata que me siento a punto de perder el dedo:

—Ahora tienes un sapo y un dedo dentro de tu boca —le digo.

La niña sonríe y yo aprovecho para rescatar mi mano.

Presta, me lanzo sobre una de las lagartijas que tengo cerca y la agarro. Le sostengo la cabeza y se la muestro a Sibby: con los niños tengo mucha paciencia.

—Mira, Sibby, si le tocas la cabeza, abre la boca y te muerde. Y entonces será la lagartija la que tendrá un dedo tuyo dentro.

Para probárselo, hago que la lagartija me muerda el dedo. Ella, mono-ve, mono-hace, repite mis movimientos y levanta la mano que la lagartija le tiene atrapada entre dientes.

—Ahora tienes un sapo en la boca y una lagartija en tu dedo —me sonrío.

—No —me corrige Sibby—, el sapo ya me lo tragué.

Era demasiado encanto. Invité a la niña y a la madre a que se sentaran en mi mesa. Almorzamos juntas esa tarde.

Sibby pidió una hamburguesa. Según me dijo, era lo que el sapo dentro de su barriga tenía ganas de almorzar.

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