Odio a Rusia, “amor” al terror

Odio a Rusia, “amor” al terror
Fecha de publicación: 
19 Marzo 2017
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Decir la verdad constituye un acto revolucionario, lo dicen correctamente alguno pensadores, incluso no tan progresistas o con lagunas mentales, pero esa verdad no es fácil o comprende diversas aristas cuando se trata de averiguar el por qué de tanto odio a Rusia, cuando esta no es el imperio avasallador de hace siglos o el principal contendor en todos los aspectos contra el imperialismo norteamericano como principal nación de la Unión Soviética en la época de la Guerra Fría.

Tal odio ha llevado a admitir y hasta crear verdaderos entes terroristas, con el fin de apoyarlos en sus ideas ultranacionalistas, tratar de dirigirlos hacia la destrucción de la mayor nación del mundo, ya cercenada en lo político con la desintegración de la URSS, que, sin dudas, constituyó un faro de libertad para muchos.

Antes que Estados Unidos fuera atacado por las Torres Gemelas y el Pentágono en controvertido y no esclarecido totalmente ataque desatado por terroristas que se desplegaron abiertamente en territorio norteamericano, ya EE.UU. alentaba y armaba a esos elementos que trataban de escindir a Rusia en diversas repúblicas.

En este contexto sobresalían los que surgieron y se ubicaron en Chechenia, con métodos tan crueles que harían palidecer a estos del Estado Islámico o Daesh, del que se asegura, hay pruebas que se desarrollaron por lo menos con el auxilio de las inteligencias  occidentales e israelí.

Es mucho lo que hay que explicar sobre este punto, pero basta por conocer que la intervención rusa en Siria es, además de apoyar al legítimo gobierno de Bashar al Assad, tiene como propósito no permitir para su seguridad propia la instalación de un  régimen del Daesh, ni la consolidación de un califato que huele desde el inicio a engendro de Occidente, con el control de los territorios iraquí, sirio y de otros países aledaños.

Fíjense si es así que el Imperio y sus hijos revelan manifestaciones de júbilo en su control mediático y su odio enfermizo y ancestral hacia la nación rusa, cuando apoyan un extremismo financiado por Arabia Saudita que extermina a los pueblos sirio, iraquí y yemenita, cuando no creen que se va virar contra ellos, tal como ha sucedido hasta hace poco.

Detrás de todo, está la mano de Israel, cuyos avezados pilotos tripulan los aviones que van destruyendo sistemáticamente a Yemen, todo en venganza contra Rusia, que les estropea los planes del Mossad en Siria, cuando estaba a punto de terminar de balcanizar al último Estado nacionalista secular árabe, tras lo cual caerían como fruta madura el Líbano (conquista de Galilea libanesa-Valle del Litani) y se facilitaría enormemente la hipotética invasión de Irán.

Con todos sus enemigos aniquilados, no sería problema expulsar masivamente a los palestinos y hacer unas cuantas anexiones de territorio sirio-libanés para acercarse más al viejo ideal mesiánico del Gran Israel (Eretz Yisrael Hashlema).

O sea, que los rusos han complicado las cosas que tan bien iban gracias a los leales servicios occidentales, y en ese contexto el presidente Vladimir Putin ha jugado un papel estelar.

Durante una reunión con altos mandos del Ministerio de Defensa de Rusia, Putin aseveró que su país Rusia "es más fuerte que cualquier agresor potencial".

Lo que el Ejército ruso exhibió en el frente de Siria muestra la fuerza real de Rusia como "un jugador geopolítico" en el espacio internacional. "No solo fuimos a defender al presidente Bashar Asad o a conservar la integridad del estado sirio, el Ejército ruso marchó a detener un proceso destructivo de alcance mundial y en ello radica nuestra fuerza hoy", aseveró el Ministerio de las Fuerzas Armadas de Rusia.

Quizás en otro momento habría que abordar porque el odio hacia Rusia en algunos de los países que le rodea, especialmente Polonia, donde la rusofobia es una política oficial, el revisionismo histórico es una práctica aplaudida, se acepta socialmente el desprecio y la agresión hacia otros,  los medios son una herramienta propagandística del gobierno y la libertad se comprende como anarquía, incluso en el Parlamento, donde no es de extrañar la violencia antirrusa que ejercen los jóvenes nacionalistas polacos. Tienen muchos malos ejemplos ante sus ojos.

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