CRÍTICA DE CINE: Miss Sloane

Es una película tan coherentemente construida, que a ratos parece un acto de magia del escritor Jonathan Perera: cada diálogo de la cinta desvía la atención del espectador para que no se espere la sopresa que le aguarda en la próxima escena.

Dirigido por el maestro del drama John Madden (Shakespeare in Love, 1998), el filme mantiene un ritmo despampanante, huye de los clichés y caracteriza sin tapujos el accionar de los lobbystas como «ganadores de medallas de oro en el limbo ético», de tan interesados que están en dominar la competencia, más que en defender la causa por la que abogan.

En Miss Sloane se cuestiona si la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que plantea el derecho de cada ciudadano a tener armas con muy pocas restricciones, es válida a estas alturas del campeonato. De ahí que haya tenido una acogida dividida por parte del público norteamericano: hay quienes están a favor, y otros que rechazan la posibilidad de cambiar los estatutos sobre los cuales está fundada esa nación…

De ahí que fuera de Estados Unidos podamos visionar la película con más objetividad. Es tan hermoso observar el desempeño actoral de Jessica Chastain como lobbysta de Washington, que el espectador no norteamericano deja a un lado el desconcierto que puede provocar el engranaje de mentiras y manipulaciones con que funciona la maquinaria política que presenta la cinta, para deleitarse con la interpretación henchida de Chastain.

En Miss Sloane, Jessica Chastain muestra a una mujer que ha centrado su vida entera en su carrera profesional, al punto de que le paga a un prostituto para satisfacer sus necesidades carnales y evita cualquier conversación personal que la separe —por mínimo que sea— de sus intereses.

Por tanto, para Jessica Chastain, quien, por cierto, es una actriz una década más joven de lo que el guionista imaginó sería el personaje protagónico de esta historia, Miss Sloane se vuelve una extensión de los personajes que ha venido interpretando desde Interstellar y The Martian: mujeres expertas, con carreras tan importantes, que sus decisiones profesionales determinan cambios a nivel mundial.

Estamos ante una cinta que muestra perseverancia, lucidez y mucha inteligencia por parte de su protagonista. Por un lado, Miss Sloane parte de la premisa de que las mujeres pueden llegar tan lejos como se propongan. No hay cuestionamientos a este tema: no es un filme que abogue por los derechos de la mujer, porque las mujeres de Miss Sloane saben demasiado bien cuáles son sus derechos y utilizan ese conocimiento a plenitud. Aunque sigue siendo un mundo de hombres, con un sistema patriarcal muy arraigado —las féminas que deseen marcar su sello en la Historia deben hacer grandes sacrificios—, ya no se trata de géneros, sino de quién es más inteligente.