Relaciones EE.UU.-Rusia: Nunca han sido tan peligrosas

A pesar de que Donald Trump era considerado una persona antidialéctica, muy apegado al parecer de los duros “halcones”, su sorpresiva e inteligente llegada a la Presidencia de Estados Unidos fue avalada por una presunta situación de deshielo con Rusia, de tal manera que muchos llegaron a creer que el establishment dominante apelaría al asesinato o golpe de Estado “invisible” contra alguien que no sigue sus pautas, tal como aconteció con los hermanos Kennedy y dirigentes afronorteamericanos de prestigio, entre muchísimos otros.

A la descabellada idea de que Rusia le había favorecido con el manejo de los resultados de las elecciones presidenciales -lo cual cree el 52% de los demócratas” y es considerado risible por Putin-, Trump demostró que sus intenciones de “mejorar” los vínculos con la mayor nación del mundo pasaban por un portafolio presidencial, mediante el cual podía desatar una guerra nuclear, lo cual puso en ascuas a numerosos congresistas.

Además, a la prometida colaboración con Rusia para combatir al Estado Islámico -que EE.UU. ayudó a crear-, lo cual se mantiene en el papel, en la práctica se ha seguido lo que el anterior mandatario, Barack Obama, estuvo realizando: hacer la vista gorda con los crímenes de los terroristas, siempre que perjudiquen a Moscú y Damasco; no bombardear los pertrechos de esos asesinos y facilitarles la entrada al territorio sirio desde Iraq, donde están siendo batidos en Mosul.

Es decir, no contribuye a amainar las llamas de una guerra que es más que “fría” –la cual nunca cesó-, porque mantiene en vilo a los conocedores de la gravedad de la situación, unos pocos, y no es precisada por la mayoría de la comunidad internacional.

Así, especialistas militares norteamericanos asesoran a aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en el posicionamiento de parte de los territorios de Rumania, Polonia, Bulgaria, los países del Báltico, y otros, con el fin de instalar misiles con ojivas nucleares y “protegerse” de Rusia, a la que acusan de ocupar Crimea, ignorando la decisión soberana del pueblo de la península de separarse de Ucrania y regresar a la Federación.
 

Asimismo, EE.UU., ha obligado a la Unión Europea a establecer sanciones políticas y económicas contra Rusia, respondida con igual talante, lo cual perjudica a todos, menos a Washington.

Época oscura

El periódico ruso Gazeta.ru publica la opinión del politólogo Fiódor Lukyanov sobre los ciclos en el desarrollo de las relaciones entre Rusia y EE.UU., en la que el analista dice que "para Moscú y Washington no es nuevo hablar en un tono de voz elevado. Sin embargo, el espíritu imperante en el día de hoy nos hace recordar las relaciones de otra época muy, muy oscura"...

Asimismo, anteriores mandos de la OTAN confiesan que la histeria antirrusa domina a los políticos y medios occidentales, a lo que se agrega que el portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. prometió a Rusia nuevas pérdidas en Siria, mientras que el Ministerio de Defensa del país eslavo les recordó a los “estrategas” estadounidenses el radio de acción de los sistemas S-300 y S-400.

Empero, Moscú sigue tratando de llevar a Estados Unidos a la mesa de diálogo con el fin de llevar una paz digna a Siria, en lo cual Trump ha sido receptivo, pero no puede o no quiere llevarlo a cabo.

Regresando a Fiódor Lukyanov, este señala que la trayectoria de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos después de la Guerra Fría es muy estable, porque está ligada al ciclo electoral, dentro del cual puede haber fluctuaciones en ambas direcciones, pero al final de cada cuatro años normalmente hay un agravamiento.

De todas maneras, Moscú ha expresado que está muy atento a las declaraciones de Trump en las que recuerda que tiene el portafolios por el cual puede decidir un ataque nuclear, olvidando que Rusia tiene todo un arsenal completo de armas atómicas, aderezadas hoy por armamentos que algunos analistas occidentales consideran superiores a sus iguales estadounidenses.