Sudán del Sur: Crisis con olor a petróleo

Sudán del Sur: Crisis con olor a petróleo
Fecha de publicación: 
21 Febrero 2017
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Sudán del Sur se enfrenta actualmente a una grave crisis humanitaria y a niveles alarmantes de inseguridad alimentaria, debido a un conflicto bélico entre gobierno y oposición de hace cuatro años, a solo dos de haber logrado oficialmente la independencia.

Pero en el trasfondo de todo hay intereses entre monopolios extranjeros internacionales, principalmente norteamericanos y franceses, que han impedido la mucha más ventajosa participación china.

Todo se agrava con la intensa sequía, pero, incluso, la abundancia de agua en algunas partes impide la llegada de ayuda humanitaria para aliviar una crisis olvidada por la comunidad internacional, en la que hay que reconocer la valiente ayuda de trabajadores de la Oxfam y de Naciones Unidas, limitada por el poco flujo monetario de quienes más tienen y nada les interesa.

La situación sanitaria sigue empeorando, a pesar de que se trata de enseñar métodos para evitar el cólera y la fiebre amarilla, tanto dentro del país, como en la vecina Uganda, donde hay de entre 600 000 y 800 000 refugiados.

No solo se huye del hambre, sino de la guerra que continúa, porque si hay alimentos para los soldados, no se sabe de donde procede, aunque se sospecha, lo cual hace aumentar sus filas de jóvenes y adolescentes que buscan algo de comer.

Kenyi Alliso, oficial de Emergencias de la Oxfam expresó a Reuters que había “visto mucho en los últimos siete años, y las cosas están empeorando. Nuestra mayor preocupación ahora es proporcionar acceso al agua potable a la población más vulnerable. En algunas áreas solo podemos llegar a nado".

Crisis de poder

Sudán del Sur se vio inmersa en una crisis de poder que causó  una terrible situación política, étnica y nacional desde el 2013, que se extendió rápidamente por diferentes zonas del país y provocó la muerte a miles de mujeres, niños y hombres.

Al principio fueron más de 2,5 millones de personas (una de cada cinco) que se vieron obligadas a desplazarse, debido a esta guerra brutal. De ellas, un total de 1,6 millones se desplazaron internamente y más de 830 000 buscaron refugio en los países vecinos, principalmente en Etiopía, Kenia, Sudán y Uganda.

Pero ahora es el doble, por lo cual más cerca de seis millones de personas necesitan desesperadamente alimentos y agua potable.

Muchas de las comunidades rurales, que dependían completamente de la agricultura y el pastoreo, se han visto obligadas a abandonar sus hogares, granjas y ganado. Hoy no tienen con qué alimentarse.

El país se encuentra en un declive económico a causa del aumento de los precios de los alimentos y el combustible, y en consecuencia, del coste de la vida. Los mercados comerciales y locales se han visto afectados y las reservas alimentarias se han agotado.

La capacidad de la gente para lidiar con la creciente inseguridad alimentaria está llegando a un punto crítico. Es una de las peores crisis alimentarias del mundo, y empeorará aún más si la violencia continúa. Además, el impacto de la peor cosecha desde la independencia del país en el 2011 está siendo enorme: Se calcula que más de 686 000 niñas y niños menores de cinco años (uno de cada cuatro) están desnutridos.

Y es que cada vez se hace más complicado distribuir ayuda a las comunidades y acceder a las zonas afectadas, debido a la reanudación y el aumento de la violencia.

Sin razón

Decir que parte tiene la razón en esta guerra es inútil, porque se siguen perdiendo vidas y requeriría un posterior comentario analítico, necesariamente histórico. Para las partes en pugna valen más sus intereses, quizás sus nexos con firmas foráneas, que el destino de su pueblo, independizado nominalmente luego de largos años de lucha, en la que no se sabe quien es el verdadero ganador, ni cuántos sobrevivirán ahora.

Quizás, por el momento, se hace impostergable la ejecución del acuerdo de paz firmado en agosto del 2015 y que haya acceso ilimitado a las áreas de conflicto para distribuir los tan necesarios suministros, porque la situación humanitaria y económica sigue empeorando.

Mientras, los mayoritarios medios de información, bajo el control del imperialismo, no ponen su atención en este drama, en espera de una posible hecatombe final.

 
Luego, se sabe, se tratará de pescar en río revuelto, quizás presentándose como salvadores, con máquinas y otros enseres para controlar el petróleo y buscar más en el rico subsuelo. Así, reinarían los conductores de una nueva paz, que, al parecer, será la de los sepulcros.

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