CRÍTICA DE CINE: Perfecta desconocida

CRÍTICA DE CINE: Perfecta desconocida
Fecha de publicación: 
30 Enero 2017
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A veces… ¿No te agobia hacer lo que se supone que tengas que hacer y no lo que quieras en cada momento?

Perfecta desconocida trata acerca de la identidad y de lo que esta lleva asociado. «Llega un punto, dice la protagonista de esta cinta, en que las personas a tu alrededor te empiezan a exigir que actúes según lo que ellos consideran. Ahí es cuando yo me desaparezco».

Este filme tiene como epicentro a una mujer que cada vez que se siente agobiada por la vida que lleva, se muda de ciudad y se autoinventa un nuevo nombre y profesión. En otras palabras, vuelve a empezar. Desde cero. Un renacer… sin pasado. Con nuevos problemas y no los mismos, que ya la tenían harta. Su solución, que no es perfecta, pero es la de ella, es huir. Huir y nunca más volver a ver a familiares y amigos que le pidan explicaciones por su ausencia.

Perfecta desconocida comienza con una cena donde una antigua pareja se reencuentra, después de quince años sin verse. Ella se presenta con otro nombre y finge no reconocerlo. Él, desconcertado, la lleva a confesarle su lado más frágil: ha cambiado de identidad —que es, hasta cierto punto, cambiar de vida—, pero regresa a él porque «fue la última persona que la conoció antes de que ella empezara a ser muchas y ninguna». La reunión de amigos, que en un principio aparenta ser muy superficial, pronto se convierte en un cuestionamiento al personaje que interpreta Rachel Weisz, la protagonista de esta cinta, esta perfecta desconocida que se nos presenta envuelta en un halo de misterio.

Le cuestionan qué derecho tuvo a cambiarse el nombre y la profesión. Deliberan sobre si lo que hizo es mentir o un acto de libertad. Al director Joshua Marston, sobre todo conocido por María llena eres de gracia (2004), no le interesa definir héroes ni errores. Cuál es el ser humano que sabe si está viviendo bien —o no— la vida que le ha tocado. Todos —mejor no absolutizar—, o al menos la mayoría, la intentamos vivir lo mejor posible. Nada más.

Marston, consciente de que la superficialidad con que explota el argumento de la cinta deja el destino de la película en manos de los actores. Rachel Weisz y Michael Shannon no lo defraudan: destilan en miradas lo que no se dice con palabras; logran una química muy especial que alcanza su clímax cuando comparten escena con Kathy Bates y Danny Glover.

Pero lo realmente trascendente de este filme es la pregunta. Qué pasaría si una persona, cansada ya de su vida, decide alejarse y empezar de cero en alguna otra parte, con una nueva identidad… otro nombre, otro corte de pelo, otra manera de actuar. Y qué si lo hiciéramos una y otra vez. ¿Es esto algo depravado, envilecido? ¿O es un acto de libertad al cual todos tenemos legítimo derecho?

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