Sancti Spíritus y Artemisa: los ascendidos del fútbol cubano

Ambos equipos suman 10 puntos, gracias a tres victorias y un empate, y el juego final que sostendrán entre ellos será de puro trámite, pues ya son inalcanzables para el resto de los conjuntos.

El resultado no sorprende, porque estaban entre los favoritos para avanzar, y quizás lo único que se sale un poco del guion es que Holguín apenas sumaba un triunfo ante el débil Mayabeque.

Ahí están los resultados, pero salen una vez más los males del fútbol cubano actual, que sobrepasan lo que ocurre en un estadio.

En primer lugar, y más importante, está la organización del torneo. Por las consabidas cuestiones económicas se debe realizar en una misma sede, pero al menos debieron escogerse mejores terrenos. Una superficie con charcos, literalmente hablando, no puede servir de escenario para una lid que se respete, y eso se vivió en suelo yayabero.

También es abusivo poner a jugar a los futbolistas un día sí y otro no, aunque se haya tomado la sabia decisión de colocar los partidos en horas de la mañana. El desgaste es demasiado para un jugador, que ya al tercer encuentro no puede rendir igual que al primero.

Si a esto se suma que seguimos con información casi nula, podemos afirmar que el deporte de las multitudes no acaba de salir del bache.

Son reiteradas las críticas en los medios digitales sobre el poco interés de los directivos en divulgar lo que sucede con esta disciplina, pero al parecer hace falta que salgan en blanco y negro en algún periódico o en la televisión nacional para que se den por eludidos.

Es la triste realidad del fútbol cubano, que naufraga por el puesto 150 del listado mundial (el más bajo de su historia), y que me perdonen espirituanos y artemiseños por no poder dedicarles los elogios que se merecen por haber ascendido a la máxima categoría.