Bailando en Cuba: Primeros pasos de alma danzaria

Bailando en Cuba: Primeros pasos de alma danzaria
Fecha de publicación: 
24 Enero 2017
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Con el listón sumamente elevado luego de culminar la segunda temporada de Sonando en Cuba, hizo su entrada en la palestra dominical televisiva cubana Bailando en Cuba, otra propuesta de RTV Comercial. Y es que verdaderamente el cubano posee un flow especial para la música, el canto, el baile.

De ahí que en este primer acercamiento al show televisivo atrape casi por genoma a los televidentes el domingo en horario estelar.

Hablamos de una combinación sui géneris entre un bailarín profesional y uno aficionado, fusión que en definitiva arrojó 16 parejas en concurso, tras un riguroso proceso de casting que contempló a más de 600 aspirantes.

Digo sui géneris porque el referente más exacto que se tiene en este tipo de espacios data de finales de la década de los 70 y principio de los ochenta del pasado siglo: Para Bailar, que igualmente tenía frecuencia dominical pero se televisaba a las dos de la tarde.

Entonces, ante el empuje creciente de ritmos foráneos en los niveles de preferencia de nuestros públicos, surgió un programa de participación que prácticamente paralizó al país. Aquellos jóvenes debían saber bailar desde un danzón, pasando por una secuencia folclórica, hasta llegar al baile internacional de moda.

Los Hermanos Santos, los Hermanos Francia, Rebeca y Mas Juan, Alfredo y Nieves fueron algunos de los rostros vencedores de Para Bailar, en la cual la música cubana terminó triunfando.

Además de mostrar sus habilidades de ritmo, soltura, movimiento y conocimiento musical, los jóvenes concursantes de aquella época  afirmaron valores de solidaridad, entrega, compañerismo y sensibilidad, rasgos tan igualmente necesarios cuando de proyección artística se trata.

Precisamente ahí encontramos puntos de encuentro de Bailando en Cuba y aciertos predeterminados. La composición de las parejas en este caso, pretende elevar el techo de la competición y el espacio propiamente, hurgar más profundamente en las raíces de nuestros bailes populares y potenciar su “explosivo” rescate, a la vez de que mediante el intercambio contribuye a elevar los conocimientos de academia de los concursantes empíricos, quienes se nutrirán además de potentes dúos coreográficos tras bambalinas. Esa es una esencia, el aprendizaje continuo, el crecimiento de todos y apropiarse de una parte de nuestro acervo cultural danzario.

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Andamiaje: Para nadie es un secreto que una buena escenografía, vestuario, maquillaje y todos los restantes componentes del complejo entramado de una puesta, contribuyen a garantizar el éxito de la misma. En ese sentido, Bailando en Cuba goza de mi total aprobación. Conjugación depurada entre atuendos- géneros musicales seleccionados para bailar; imagen bien lograda de los concursantes; conjugación de luces y salón atinados en los dos primeros actos del salón del círculo social Cristino Naranjo; imbricación entre las tomas de exteriores, el saber explotar locaciones de La Habana y la transición hacia la presentación de las parejas…

Toda buena puesta debe contar con una conducción certera. Aún cuando es pronto, la impresión inicial  que han dejado Camila Arteche, Leo Benítez y Carlos Solar es positiva hasta este minuto. Complicidad con los protagonistas, inspirar confianza e incitarlos a desterrar los miedos, y algunas alusiones puntuales a pasajes de nuestra historia musical los avalan.

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El jurado: Apreciaciones, entender y sentir el baile, proyectar y lograr el empaste ideal, son algunos de los consejos que hasta este instante han ofrecido Litz Alfonso, Santiago Alfonso y Susana Pous en sus evaluaciones como jurados de Bailando en Cuba. Su emblemática trayectoria y prestigio los precede y la combinación de tres figuras de la danza que tienen su nicho en expresiones diferentes, igualmente puede calificarse de acierto. En ese transitar por nuestra historia, por diversos géneros bailables, por el latir musical de Cuba, ellos han dejado su impronta a través de la compañía Litz Alfonso, el espectáculo del Cabaret Tropicana y la compañía Danza Abierta. obre sus hombros recaerá la responsabilidad de evaluar con rigor cada ritmo, cada presentación, una rumba, un bolero, un danzón, un Mozambique, la salsa, el reguetón…

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Si en estos dos programas de apertura, ha habido algo criticable, ha sido la edición de los bailes de presentación. Realizar cortes sobre la muestra de cada pareja, en ocasiones impide a los televidentes visualizar una secuencia completa y formularse un mejor criterio sobre quiénes pueden convertirse en los duetos más populares, o sencillamente los de su preferencia.

Justamente así, con los binomios de mi preferencia, los que consideré en este avance inaugural los más conectados, de mejor química, me despido por ahora: lo hago con Ranger y Delany (pareja 10), Ángela y Duvel (12), Jara y Osmany (8), y Magdalena y Yoel (16). Desde ya amigo mío, usted puede inclinarse por un dúo en particular. Bailando en Cuba sencillamente ya rueda, esperemos que al igual que en la arrancada, llegue a la meta con éxito.  

 

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