DE CUBA, SU GENTE: La vida en rosa

DE CUBA, SU GENTE: La vida en rosa
Fecha de publicación: 
24 Enero 2017
0
Imagen principal: 

O al menos eso fue lo que le dije a Zaydit cuando se quejó de que el padre de su hija nunca supo amarla como ella necesitaba.

Estábamos sentadas en un restaurante, muy cerca de El Morro, y comíamos mirando al mar. La hija de Zaydit, de ocho años, esperaba por su plato de comida mientras movía los pies al ritmo de los golpes que daba con su tenedor en la mesa.

-¿Esa ideología tiene algo que ver con el color monocromático de tu vestuario? –me preguntó Zaydit mientras empinaba una copa de vino blanco.

Se refería a que desde hace unos días ando exclusivamente vestida de color rosado. Creo que es inevitable confesarlo: metí en mi lavadora todos mis atuendos –incluidos mis dos pares de tenis y unas sandalias- y le eché encima dos pomos de tinte color rosa. Luego fue cuestión de tiempo y de movimiento para que toda mi ropa se veteara de rosado, como si de estética punk se tratase.

-Es que este año –le expliqué a Zaydit- me he propuesto ver la vida color de rosa.

-¿No significa eso una manifestación abierta de un fracaso, de una carencia?

Iba a responder… a decir algo así como que la rosa no es rosa, sino proyecto de rosa continuamente renovado, pero la camarera interrumpió: puso sobre la mesa esa cesta de pan con mantequilla que colocan en ciertos sitios, previo a la comida.

Al momento la hija de Zaydit adelantó la mano y cogió cuatro panecillos, que engulló totalmente. Zaydit hizo que los escupiera. La niña montó una pataleta que fue el centro de atención del restaurante por cinco largos minutos. Cuando se calmó, Zaydit le dijo que no se debía empezar a comer hasta agradecer a la camarera por traer la comida, a ella misma, por pagarla, y a Dios, por darle dientes para poder comerla.

-O sea –insinué a Zaydit-: ¿Para ti la respuesta está en agradecer?

-Claro –declaró con tono irrefutable- si agradeces lo suficiente verás la vida color de rosa.

La hija de Zaydit, demasiado pequeña para desobedecer, se secó las lágrimas, recitó tres veces la palabra gracias y se volvió a meter en la boca los cuatro panes que había –recién- escupido.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.