JOVEN Y ARTISTA: «La guitarra ni se presta ni se alquila»

JOVEN Y ARTISTA: «La guitarra ni se presta ni se alquila»
Fecha de publicación: 
6 Enero 2017
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A Daniel Velázquez (Las Tunas, 1993) le dicen El gato, no se sabe muy bien por qué. No se lo preguntamos, preferimos centrar esta entrevista en sus pasiones: la música, la canción, la trova, la guitarra…

¿Por qué y para quién escribes canciones?

Cantar es mi forma de expresión, de desahogo, de abrirme espiritualmente. Digamos que encuentro paz en lo que hago y es una manera de aminorar el dolor. Suelo ser una persona algo reservada, introvertida en casos sentimentales, y la música, en especial la trova, ha sido la vía expedita para descubrirme a mí mismo y abrir mis sentimientos.

“Escribo para todo lo que crea que valga la pena, la inspiración está en cualquier sitio, persona, lugar o cosa. En mi opinión, para un cantautor lo válido es estar en consonancia con el mundo y no darle la espalda a aquello que pueda resultar inteligente, polémico, atractivo, jocoso y hasta doloroso.  

“A veces de las tristezas y los sufrimientos salen muy buenas canciones; la cuestión es ser espontáneo y recurrir a la inspiración, el concepto siempre está en la mente”.

¿Qué es más importante para un cantautor la inspiración o el oficio?

No se puede divulgar una obra sin que exista un oficio (el canto, la ejecución de la guitarra, la composición, un sonido limpio y agradable) y, ante todo, si no existiera la inspiración, ¿de qué obra pudiera hablar? Ambas cosas son importantes. El trovador en sí mismo se vale de la inspiración y de las vivencias para lograr canciones que pueden perdurar en la memoria de muchas personas que nos aman por lo que decimos y sentimos.

¿Cuál es la mejor hora para componer? ¿Y cuál para cantar?

Realmente no existe un momento específico, una hora donde cualquier creador no solo en el ámbito trovadoresco tenga un momento de inspiración. Puede suceder en disímiles espacios, ya sea al caminar, compartir con los amigos, en una fiesta, en un momento de mucho dolor. Aunque hay personas a las que les llega la musa en la madrugada. En lo particular considero que no existe tiempo definido para hacer canciones.

Según las técnicas vocales, a la hora de cantar las mañanas resultan ser algo incómodas, dado el calentamiento vocal que debe hacerse con previos ejercicios, aunque esto no significa que en algún momento determinado se cante en las mañanas porque siempre surgen actividades significativas y compromisos. No hay hora determinada para cantar, no existe nada mejor que levantarse después de una resaca y cantar…

“Mañanita de montaña
y mi abuela que cantaba
para endulzarme el café…”

 

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Has musicalizado textos de otros, ¿por qué? ¿Cuáles son los retos y peligros?

He musicalizado sonetos, principalmente de Rubén Martínez Villena y de Raúl Leyva. Este último, joven escritor y amigo de Las Tunas, con una poética de gran valor dentro de la poesía contemporánea. En ambos casos fue un reto y lo será siempre que tenga la suerte de volver ha musicalizar textos de otros.

“Inevitablemente hay que mantener la estructura de cada poema: décima, soneto, en fin. Ya musicalizados adquieren otra dimensión en el arte, además de las enseñanzas que le aportan al creador.

“Ahora, el peligro radica en cómo lo acogerá el público, porque con el entusiasmo de hacer una buena obra podemos engrandecerla o desvalorarla y esa presión es inquietante.

“En mi caso fue realmente un abrazo y una declaración de amor a La pupila insomne de Villena, donde en más de una ocasión me he estremecido con la poética del soneto Declaración, que me hizo darle música, pensar y repensar cómo hacerlo, cómo seducirlo.

“Ha sido un reto enfrentarme a un texto como este y al de mi amigo tunero que no por joven es menos importante; pero tengo la satisfacción y la complicidad y la aceptación del público amante, como yo, de la buena literatura”.

 

¿Cuales son tus referentes?

Desde muy joven tuve la inquietud de componer y experimentar en varios géneros musicales, pero no es hasta llegar al Festival Carlos Puebla In Memorian, en la ciudad de Manzanillo, cunado tuve la suerte de escuchar las canciones e interpretaciones de tríos tradicionales, trovadores y boleristas de este país.

“Naturalmente, esto me causó cierta depresión, pues me faltaban referentes, me faltaba adentrarme a la cultura con rigor; pero me proporcionó la esencia de lo que es ser un trovador y el por qué dedicarme a ello.

“Silvio y Pablo, compositores de sinceras canciones de su generación, son sin dudas referentes puntuales de todo cantautor.

“Por ejemplo, en la novísima trova —nombre para catalogar una generación sucesora de trovadores que en mi opinión no enmarca ni encierra un generación determinada, porque nacen trovadores por cada callejón de nuestra isla que no saben siquiera si son parte de un movimiento o generación—, también se encuentran valiosos referentes desde los más consagrados hasta los más noveles, dignos de respeto y estudio”.

¿Cómo es tu relación con el público? ¿Tienes un público ideal?

Lo primero es lograr un público; lo segundo, dedicarse a él; y lo tercero: establecer una sinergia, algo que creo he logrado hasta cierto punto, aunque me falta mucho más. Mi carrera recién comienza, voy dando pasos certeros y precisos y eso el público lo agradece, participa y forma parte de ese crecimiento.
 

“Por ejemplo en Las Tunas tengo un público heterogéneo, que en mi ausencia añoran mis canciones, cosa que me enorgullece y complace. Algo interesante es notar cómo al cabo del tiempo de una presentación en cualquier provincia existen personas que piden y corean temas con los cuales se sintieron identificados o los que fueron de su agrado.

“La performance en la trova es un gancho para la conquista de públicos, sin dejar de acotar la exigencia que estos demandan; la gente siempre espera buenas interpretaciones, buenas canciones y eso hay que respetarlo. Aún sueño con el gran público ideal”.

Le escribes al amor, escribes sobre pequeños momentos de la vida... ¿sobre qué no cantarías nunca?

Es cierto, le escribo al amor y al desamor, sobre aquellos momentos de la vida que llegan para quedarse o esos que simplemente pasan inadvertidos y no solamente deben ser mi vida. ¿Qué se me quedaría fuera para no cantar? (Silencio). Por el momento no sabría a qué no cantarle.

¿Cuál es tu relación con tu guitarra?

Mi única y más confiable musa, a la que no dejaría de cantarle y no soportaría un segundo su ausencia. Mi pareja de guerra, la que no se presta ni se alquila. Una que otra herida a sanar y lo mejor de todo es que no traiciona.

¿Crees que has encontrado tu camino definitivo, un sello, una manera de decir?

Una manera de decir, quizás; un sello, tal vez; un camino definitivo, nunca. Me gusta el camino y lo que encuentro a mi paso me aporta, me reconstruye, me valoriza. Al igual que la vida, que es más que un día, una canción, una persona, un país… pero al final es todo eso. Lo definitivo no está ni por enterado, quién soy para juzgarme por ello. Como dice la frase: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

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