Luis Eduardo Aute de «vacaciones» en Cuba

Luis Eduardo Aute de «vacaciones» en Cuba
Fecha de publicación: 
21 Abril 2012
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Aunque se encontraba en un hostal llamado La Muralla, no fueron necesarias escaleras para acceder. La puerta estaba abierta y los propietarios no fueron menos amables que su ilustre huésped, un hombre que, en poco menos de dos minutos, nos saludaba con cortesía. Es un señor delgado, con vestigios del joven rebelde que fue en los sesenta. Al menos, conserva una pequeña cola para recoger su cabello. No usa barba. Tampoco lleva sombrero. Pero se llama Luis Eduardo Aute.

La mayoría le conoce por su brillante carrera como cantautor. Generaciones han crecido con letras suyas como canciones de cuna. No pocos intérpretes se apropian de ellas y, así, alcanzan popularidad. La radio las ha puesto a toda hora: «Rosas en el mar», «Al alba» o «La belleza». Cantor del amor, la amistad, el erotismo y la libertad. Aute también ha escrito letras inspirado en una de sus grandes, y menos conocidas vocaciones, el cine.

 

Luis Eduardo Aute en Gibara, Cuba. Foto Iván Soca

Llegó a Gibara por invitación del comité organizador del Festival del Cine Pobre, donde junto a Michael Rowe, Ramiro García Bogliano y Rafael Solís, integra el jurado que premia en el apartado de Ficción. Vino con su largometraje de 2001, Un perro llamado dolor, en el cual mezcla sus dibujos y su música. Luis Eduardo Aute es un hombre agradable, de hablar suave.

-¿Cómo le ha ido en Gibara?

-La estoy pasando muy bien. Gibara es un pueblo encantador, muy bonito. Me habían hablado de él, pero no lo conocía. La realidad mejora lo que me habían dicho, sobre todo en lo que se refiere a la gente que lo habita. Es enormemente agradable y cariñosa, y que se celebre un Festival de este tipo aquí, de autor, de cine independiente, es una heroicidad. Si el Festival se convierte en un evento popular, por 10 años, es una celebración al cine por parte del pueblo. Me parece que es única en el mundo esta aventura de aunar al pueblo con un evento cinematográfico. No conozco otro caso parecido. Merecen todo el apoyo.

-¿Sabía de la existencia del Festival?

-Sí, desde hace algunos años. No desde que se inauguró, pero sí hará unos tres o cuatro años que tenía información. Me resultó muy grato que me invitaran.

-Además del trabajo como jurado, trajo un filme donde mezcla sus aptitudes. Por cierto, su relación con las artes plásticas y el cine es menos conocida, pese a la referencia constante en sus canciones. ¿Dónde se siente más a gusto?

-El cine me interesó desde pequeño. Me gusta mucho, aunque he tenido incursiones muy esporádicas. Hace muchos años rodé unos cortometrajes.

Luego hice un mediometraje para una serie de televisión y después vino Un perro llamado dolor. También otra, que se distribuyó únicamente a través de libros: Metamorfosis a mortal, de dibujos. Pero es en la actividad en la que menos he trabajado. He dedicado todo mi tiempo a escribir poesía, a escribir canciones y a pintar. Hago exposiciones con bastante regularidad, desde la primera que hice en el año sesenta. Sigo haciéndolas. En La Habana realicé una antológica, en Bellas Artes, hará como cinco años. Pero me preguntabas dónde me siento más cómodo… pues en la pintura, seguramente. Es una actividad muy directa, no interviene nadie, es el pintor delante de su espacio en blanco y ahí se resuelve.

-¿Supo desde el inicio que los dibujos de Un perro llamado dolor se volverían una película?

-Una galería de arte en Madrid, en el año 96, año de la muerte o aniversario de Goya, no recuerdo, invitó a una serie de pintores para hacer una exposición colectiva sobre el tema. No tenía ninguna obra. Entonces empecé a hacer una serie de bocetos para ver si alguno podía acabar en pintura. No me convencieron y llevé la serie. Era, azarosamente, como un storyboard, dos hileras expuestas al azar.

El día de la exposición un amigo me preguntó si había una intención de argumento, que no existía. Pero los dibujos habían adquirido un hilo argumental, algo que llamó mi atención. Y cuando los retiré de la galería, en mi estudio, hice muchos más para completar el desarrollo de ese mínimo argumento.

Tenía una cámara de video y comencé a grabarlos. Quedaban muy bonitos y eso me animó a seguir. Dibujaba y grababa. Hubo un momento en que esa historia pedía que los personajes se movieran. Tuve que recurrir a la animación, muy rústica. Son dibujos a lápiz, todos míos. Un amigo novelista me propuso hacerla para cine y en un año rehicimos toda la película. Está sin terminar. Le sobran unos minutos, pero tenía que entregarla al Festival de San Sebastián y en esos momentos no me dio tiempo para afinarla.

-Picasso es de los pintores homenajeados en la película. Dijo de él que le había puesto punto final a la pintura, ¿qué quiso decir?

-Picasso no es el gran innovador, es el gran acabador. Asume todos los estilos de la historia de la pintura, los hace suyos, se crea su propio mundo y acaba con la pintura. Todo lo que viene después son las rémoras de artistas anteriores. Él pone punto final. Además, coincide con Marcel Duchamp, que repudia la pintura. Duchamp deja de pintar y se convierte en jugador de ajedrez, en esos juegos descubre lo que se llama arte conceptual, las instalaciones. En mi película hay una relación entre ellos, que fueron adversarios.

-¿Cómo se las arregla en tantas vocaciones, usted que ha dicho que «el arte es todo menos disciplina»?

-Lo he dicho un poco en broma. Lo que sí he dicho es que me considero un indisciplinado de las artes. No creo en las nomenclaturas de las artes. Escribir un poema, hacer música, escribir teatro… es todo lo mismo.

Utilizó el término «afinar» para referirse al proceso que da fin a una película, ¿se afina el cine como se afina una guitarra?

Un poco sí. Lo que pasa es que la guitarra se afina para que tenga un tono, y el cine se afina para que tenga ritmo. Hay planos un poco largos, que hay que cortar. Otros se quedaron cortos y hay que alargarlos. Durante el montaje hay que buscar equilibrios, para que se tenga un ritmo. Pero, a fin y al cabo, luego también es el tono de la película. Se parecen, pero no es lo mismo.

-¿Y no trajo guitarra?

-No. Estoy de vacaciones.

Tomado del periódico Ahora

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