Elogios y compromisos

Elogios y compromisos
Fecha de publicación: 
29 Noviembre 2016
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Despedidas con exhortaciones y recibimientos marcados por elogios y compromisos distinguieron los acercamientos de Fidel a las delegaciones deportivas cubanas, parte de su seguimiento cotidiano a cientos de atletas que en reciprocidad hicieron costumbre el dedicarle sus medallas.

«No faltaba a ningún acontecimiento de esos, ya fuera en ocasión de Juegos Centroamericanos y del Caribe, panamericanos u olímpicos, y muchas veces con otras delegaciones importantes, y organizaba encuentros en el Palacio de la Revolución, los propios centros deportivos u otros lugares», rememora en estas jornadas de luto el extirador y comisionado nacional Rafael Guerra.

Nunca tuvo una conversación directa con Fidel desde que lo vio por primera vez como estudiante desde las gradas en el Instituto Manuel Fajardo, donde el jefe de la Revolución jugaba baloncesto, ni en la inauguración de la EIDE Mártires de Barbados u otras oportunidades en que coincidieron, pero en varias de ellas pudo estrechar su mano.

«Siempre lo admiraré por lo que hizo por Cuba y su deporte», aseguró Guerra en medio del acto de recordación acogido este lunes por la Ciudad Deportiva tantas veces visitada por el líder.

«De los contactos más director recordaré sus manos suaves y de uñas cuidadas que siempre tendió cariñoso, y la impresión de su cercanía en una foto colectiva en la Plaza de la Revolución, en la que hice todo lo posible para quedar a su espalda», acotó.

«Lo mismo se preocupaba por los resultados y sus pormenores, como cuando ganamos la primera medalla olímpica del tiro en Moscú 1980, en skeet con Roberto Castrillo, o compartía como uno más en los encuentros», afirmó el experimentado federativo poco antes de firmar el libro de condolencias.

Una anécdota de su sencillez le tocó de cerca cuando su alumno Norbelis Bárzaga coincidió con Fidel en el área destinada a los alimentos en una de esas citas de despedida. El estadista le conminó a servirse harina de maíz, que no era la opción elegida por el atleta ante otras de apariencia más apetitosa, pero se dejó guiar y descubrió con agrado que  estaba aderezada con langosta. Entonces, sonriente, el Comandante le dijo: “Viste, nos adelantamos a los demás”.

«Así de grande era su humanidad, adentrado en los mayores y hasta los pequeños detalles.»

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