CRÓNICAS DE CALLE: «Es como si hubiera muerto mi padre»

Los sábados no suelen ser silenciosos en La Habana, pero hoy la ciudad ha amanecido distinta. Uno camina por la calles y desde las casas se escucha la señal de la Televisión Cubana. Fidel Castro ha muerto.

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«Todavía no me lo creo —comenta mi vecina—, ha sido un golpe muy fuerte; el otro día lo vi recibiendo al presidente vietnamita y le dije a mi hija: él va a durar cien años. Ahora siento el mismo dolor de cuando murió mi padre, ni más ni menos. Es como si hubiera muerto mi padre».

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Frente al Ministerio de Industrias, mirando la bandera a media asta, una pareja de ancianos se tomaba la mano… ella lloraba.

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Dos hombres frente al estanquillo a la salida del túnel de la bahía:

—Vi en Facebook a un conocido mío festejando en Miami la muerte de Fidel. Me chocó tanto, que lo eliminé de mi lista de amigos.

—Hay gente tan indigna, que ni siquiera es capaz de respetar a un adversario.

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El chofer de un almendrón:

«Dirán lo que dirán, pero ese es el hombre más grande que ha dado Cuba desde Martí».

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Estábamos en un restaurante, bien tarde en la noche, cuando apareció Raúl en la Televisión. Me sobresalté. Sabía que iba a ser una noticia importante. Subieron el volumen, escuchamos. Lester y yo nos levantamos de la mesa. Se hizo el silencio. Antes había animación, música, risas, celebración… después ya fue el silencio, solo el sonido de los cubiertos y los platos.

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Lester, esta mañana, mientras escuchábamos a Evo Morales por teleSur:

«Si de verdad existe vida después de la muerte, si de verdad hay un lugar a donde van los muertos, ahora mismo Fidel está conversando con Chávez».

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En una parada de ómnibus de Cojímar alguien pegó un letrero: «Tú no vas a morir nunca».