Acuerdo de la esperanza en Colombia

Acuerdo de la esperanza en Colombia
Fecha de publicación: 
25 Noviembre 2016
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De nuevo la esperanza renace en Colombia con la firma otra vez del acero de paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Ejército del Pueblo de Colombia, el cual debe ser implementado rápida y de manera segura, luego de ser refrendado por el Congreso, a fin de evitar poner en peligro el cese el fuego y se corra el riesgo de la pérdida de vidas humanas.

El documento recoge  las sugerencias de quienes estuvieron en desacuerdo, y así se eliminan todo tipo de pretexto para torpedear el acuerdo, y toda acción nociva al efecto cae en la legalidad, lo cual debe ser eliminada de forma correspondiente.

La importancia de esta etapa es que muchas fuerzas que se desvincularon del referendo o ayudaron a la victoria del No, en esta ocasión han expresado su apoyo. En este sentido destaca la el cambio de posición de la Iglesia Católica, luego del llamado del  Papa Francisco.

Así se van eliminando todo tipo de argucias del ex presidente Álvaro Uribe y otros elementos que apoyan al latifundismo y el narcotráfico y auparon y sostuvieron al paramilitarismo, que tanto daño ha hecho en una conflagración de 52 años y que dejó cerca de 300 000 muertos, decenas de miles de desaparecidos y unos siete millones de desplazados.

La muerte de dos guerrilleros no ha tenido explicación, aunque hay que señalar que, en ese aspecto, es la primera violación del cese al fuego en 131 días de haber sido acordado. Empero, prosigue el asesinato sistemático de líderes campesinos y obreros, todos de izquierda, que constituyen la fuerza motriz de esa tendencia para elecciones venideras, y fuerzas confiables para la guerrilla desmovilizada, cuyos integrantes aún no tendrían ocasión y tiempo para incorporarse plenamente a la vida civil.

EXPLICACIÓN DEL NO

Aunque algunos se preguntan cómo pudo haber triunfado el NO en un plebiscito que debía comprender a toda Colombia, lo real es que apenas participó el 38% del posible electorado, el resto sufrió el síndrome del miedo inspirado por la latente fuerza de la extrema derecha en diversas zonas del país y, como es común en la mayoría de los países latinoamericanos, el control de la reacción de los principales medios informativos para tergiversar situaciones y, lo que es más grave aún, diversos puntos del acuerdo.

El ex presidente Álvaro Uribe, sindicado como amigo de jefes narcotraficantes y connotados latifundistas, fue acusado por los delitos de fraude al sufragante y concierto para delinquir, en su papel de cabeza visible de la estrategia promovida por el Centro Democrático a favor del No en el plebiscito, por la presión y manipulación a los votantes.
Los abogados Jorge Eliécer Molano y Elmer Montaña afirmaron que durante más de un mes "se presentó una campaña sistemática de mentiras y de engaños tendientes a generar miedo, zozobra e incertidumbre en los colombianos”.

En una entrevista concedida al medio colombiano “La República”, el jefe de la  campaña por el No del partido de derecha Centro Democrático, Juan Carlos Vélez, dijo que la estrategia para promover el voto negativo a los acuerdos entre el Gobierno y las FARC-EP se basó en "tergiversar mensajes" y "dejar de explicar los acuerdos".    

Vélez detalló que en emisoras de estratos medios y altos "nos basamos en la No a la impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios”. También como parte de la estrategia por el No, el ex senador explicó que en la región de la Costa se individualizó el mensaje de que Colombia se convertiría en Venezuela. “Y aquí el No ganó sin pagar un peso”, agregó.

Hace una semana, el jefe de campaña y ex candidato a la alcaldía de Medellín ofreció su renuncia al partido de derecha y  publicó un comunicado en el que explica en qué consistió su campaña por el No y pidiendo disculpas a las personas que votaron por esta opción en el plebiscito por no medir  el alcance de sus palabras.

POR LO TANTO…

… este jueves 24 de noviembre ha llegado más fortalecida la propuesta de paz para la nación sudamericana y, a ojos vistas, ha sido recibida con alegría popular.

Dicen que encontrar la paz es más difícil que empezar una guerra, y Colombia es un ejemplo de ello, que ha devenido en un pueblo ya cansado de tantos sufrimientos y que quiere y exige, como expresó el líder guerrillero Timoshenko, cambios profundos de las costumbres políticas.

No bastan el tiempo y los esfuerzos entregados por el Gobierno y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) para poner fin al conflicto en la nación suramericana, porque ahora tiene que ser refrendado  por el legislativo, ante un umbral en el que se debe hacer todo lo posible, bueno y rápido, con el fin de que no eche a perder el clima de paz.

Por ello, para evitar nuevas acciones del paramilitarismo que aún prohíja la reacción, el pueblo colombiano, sus fuerzas vivas,  deben movilizarse para hacer cumplir el nuevo acuerdo de paz.

Hay mucho más decir, mucho más que hablar sobre el documento que debe ser puesto en práctica, y no es ocioso  recoger las palabras del senador colombiano Iván Cepeda en declaraciones a Telesur:

El proceso será largo y estará cargado de dificultades. Esa será la prueba definitoria a la voluntad de paz de los colombianos.

Se deben adoptar las primeras normas, que son la amnistía para los guerrilleros y la posibilidad legal de que comiencen a insertarse en la vida social,  y antes de fin de año se hará la entrega de armas y el comienzo de su integración a la vida civil". Así se comenzaría la implementación de una paz que debe ser verdadera.

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