El “peligro” de ser mujer en el siglo XXI

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El “peligro” de ser mujer en el siglo XXI
Fecha de publicación: 
25 Noviembre 2016
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Fotos: Anabel Díaz e internet

De las voces más autorizadas para abordar la violencia de género, la socióloga y profesora universitaria Clotilde Proveyer afirma que, al margen de los cambios producidos en el país en beneficio de las mujeres, aún estos no son suficientes para desmontar el patriarcado, una cultura milenaria que todavía en nuestros días “goza de muy buena salud”, según su propio decir.  

Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer —desde hoy y hasta el próximo 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, se celebran 16 días de activismo contra la violencia de género—, CubaSí consideró oportuno esclarecer algunos elementos que aún con el paso del tiempo y el camino recorrido se desconocen y, por tanto, muchas veces las mujeres no están en condiciones de defender sus derechos.

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Visibilizar el tema, colocarlo en la agenda pública, y desnaturalizar aquellas conductas machistas que todavía laceran es el objetivo de este diálogo con Clotilde Proveyer, quien ha dedicado, prácticamente, todo su desempeño profesional a esclarecer, enseñar, y a fomentar una actuación ciudadana libre de este flagelo, que la mayor parte de las veces pasa desapercibido y solapado.   

En la medida en que me fui adentrando en el problema —señaló la especialista— fui entendiendo la importancia de estudiarlo y, desde la ciencia, aportar luces para tratar de modificar esta situación en nuestro país.

En sus clases, conferencias e intervenciones usted ha dicho que la violencia de género es estructural. ¿Podría explicar qué quiere decir este concepto?

“Cuando se habla de la violencia estructural me refiero a la violencia que está anclada en el tejido social, en las relaciones, en la estructura de la sociedad. Cuba es una sociedad patriarcal y aunque se han producido muchos —y muy importantes— cambios en la situación de las mujeres como grupo social y en las relaciones entre los géneros, estos aún no son suficientes para derribar el patriarcado como sistema de dominación”.

¿Qué hace falta para desmontarlo?

“Los medios de comunicación tienen un papel fundamental, la familia, la escuela, en aras de visibilizar el problema, denunciarlo, desnaturalizarlo; pues la gente lo percibe como parte de las relaciones sociales. De ahí, que muchas veces las conductas violentas no se consideren como tal.

“La familia cubana sigue siendo asimétrica, con una estructura muy jerarquizada donde el hombre es el proveedor, dice la última palabra, es el jefe.

“La reproducción de esa cultura se produce de manera espontánea, a través de la socialización de género. Los medios de comunicación siguen reproduciendo los roles de subordinación. Es decir, la mujer para cuidar a los hijos, a los enfermos, para ocuparse de la gerencia doméstica, por decirlo de alguna manera. En tanto, el hombre para ejercer el poder.

“Así, desmontar estas creencias presupone hacerlo en la familia, en las relaciones de pareja, en los textos escolares. Los medios no deben seguir representando estereotipos de que la mujer es para el espacio privado y la vida doméstica, para cuidar a otros, para ser madre antes que ser mujer.

“Esto tiene una connotación degradante cuando ella escoge realizarse como profesional. Pareciera que está cometiendo un pecado si pospone la maternidad y no quiere tener hijos, si desea tener una relación de pareja basada en la equidad y no en la subalternidad.  

“En nuestro país, según estudios e investigaciones, cuando las mujeres rompen este patrón —es decir, apuestan por una pareja con equidad y lo tratan de lograr— a veces sucede que el hombre tiende a buscar una compañía más tradicional. También ocurre que cuando ellas llegan a ocupar espacios de poder —generalmente masculinos— terminan por estar solas, y si no están divorciadas es muy seguro que cuenten en la retaguardia con otra mujer que asuma por ella las funciones del hogar.

“Nosotros, en este sentido, somos de los países que hemos tenido grandes avances, pero eso debe ir acompañado de un imprescindible cambio cultural, pues las leyes y las políticas por sí solas no modifican la cultura. Necesitamos acciones que trasciendan las campañas, los programas de televisión, las asignaturas en los currículos. Todo debe concebirse como un proceso sistémico”.

¿No sería más cómodo hablar de violencia contra la mujer, pues muchas personas no conocen el término de violencia de género?

“Ciertamente, violencia de género es más académico, lo que pasa es que el término, el concepto, se ha desarrollado para que quede claro que no se trata de cualquier violencia, sino de aquella que se ejerce por motivos de género.

“Es la violencia del patriarcado para mantener la dominación masculina en la sociedad. No hace falta ningún motivo especial, no hace falta que la mujer trasgreda leyes, es suficiente con que sea mujer. Para desencadenarla cualquier motivo es válido y ninguno la justifica. Por eso es que no se puede confundir con cualquier otro tipo de conducta de este tipo”.

Profesora, también puede ocurrir que una mujer ejerza violencia contra un hombre…

“De todo hay en la viña del señor, puede haber casos. Por ejemplo, está demostrado internacionalmente que en un universo de cien parejas, hay un 23 % ó un 24 % donde hay violencia cruzada, están más o menos en igualdad de condiciones. Si uno agrede el otro responde; interactúan los roles de víctima y victimario. Aquí no hay disputas por relaciones de poder.

“También hay un 1% de parejas, en la que la mujer agrede al hombre; ella ocupa una posición de superioridad frente al otro, y ahí es ella la que maltrata”.

¿Eso es violencia de género?

“Bueno, puede ser, pero no se ejerce porque yo sea la mujer y tú seas el hombre como se ejerce la violencia de género. La mujer puede en un momento, ante una determinada situación, convertirse en agresora, de acuerdo a sus características personales. Ahora, en el otro 76 % ó 75 % las mujeres son las víctimas y los hombres los maltratadores por motivos de género, solamente por el hecho de ser mujer.

“Cuando ella es violenta la inmensa mayoría de las veces es como respuesta, de última instancia, a una cadena de maltratos que ha recibido. Por lo tanto, casi siempre es una violencia reactiva, de sobrevivencia. `Te mato o me matas`. De eso hay constancia en estudios penales. Aquellas que están presas por haber cometido asesinatos contra sus parejas, o por haberles producido lesiones graves, son como consecuencia de recursos de última instancia.

“Ahí está el documental Consecuencias. Si ves las entrevistas veras que todas te dicen `al principio era una maravilla`. Seguro que eran violentadas igual, pero como estaban en el mito del amor romántico todo lo veían como muestra de amor. `Es celoso, pero me quiere`, `es posesivo porque yo soy su todo`.

“Ese es un proceso que se instala poco a poco. Por otra parte, debemos tener claro que, justamente, en la socialización de género, la familia nos prepara, nos enseña, a ser tiernas, cuidadosas, cuidadoras de los demás, a vivir en una relación de pareja.

“Además, hay estrategias de dominación de violencia que son imperceptibles. `No te puedes cortar el pelo porque a mí no me gustan las mujeres con el pelo corto`. Eso es violencia. No es lo mismo que digas: `¡Qué lindo te queda el pelo largo, me gustas más así, pero tú decides`. Ahí no hay coacción, porque la violencia es toda forma de desequilibrio de poder que presupone la imposición de la voluntad, en este caso del hombre, de una manera abierta o encubierta.

“Hay mujeres que en las entrevistas me han dicho expresiones como esta: `El día que un hombre se atreva a levantarme la mano hasta ese día…`. Sin embargo, son víctimas de una violencia cotidiana horrorosa, pero no la perciben porque sienten que ese es su rol, su responsabilidad, su función.

“La gama de las violencias es tan infinita como víctimas y victimarios hay. Hay formas sutiles, simbólicas, que se manifiestan en el lenguaje, en los significados culturales, que las mujeres no identifican por la falta de visibilización que hay en la sociedad”.

Una mujer maltratada, ¿qué debe hacer, ¿dónde acudir?

“Estamos haciendo muchas cosas, pero resultan insuficientes. Contamos con lugares donde la mujer puede ir, pero muchas veces no funcionan adecuadamente, ni el personal tiene toda la preparación.

“Por ejemplo, hemos capacitado a policías, pero no todos están preparados. Tampoco existen protocolos de atención, una especie de guías, indicaciones, normativas, que señalen qué hacer en estos lugares, ya sea en las estaciones de la PNR o en los hospitales, cuando lleguen mujeres maltratadas.

“El médico tendría no solo que hacer la sanidad de lesiones, sino debería derivar a esa mujer hacia otros servicios. Eso es lo que nos está faltando, porque contamos con las instituciones.

“Hay muchas Casas de la Mujer y la Familia donde el personal está preparado. De hecho, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) ha elaborado un conjunto de indicaciones para ayudar a una mujer maltratada. No obstante, en algunos de estas entidades se labora con poco personal, con voluntarias que no tienen las capacitaciones necesarias.

“Por tanto, estamos urgidas, de que una institución del Estado sea la que asuma la coordinación de la atención y de la prevención, porque contamos con los servicios y con las instituciones. Mas no podemos continuar trabajando de una manera aislada. Las mujeres tienen derecho a buscar ayuda, pues esta resulta imprescindible para salir del círculo de la violencia”.

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