CRÍTICA DE CINE: El hombre hormiga

CRÍTICA DE CINE: El hombre hormiga
Fecha de publicación: 
22 Noviembre 2016
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Como quería ser novelista y no guionista de comics firmó su primer guión –El capitán América- con un seudónimo: Stan Lee. Después usó el mismo para crear El capitán América, Los 4 Fantásticos, Spider-Man, Hulk, Iron Man, Thor, The Avengers, Daredevil, Doctor Strange, X-Men y muchísimos otros.

Resultó que nunca fue como Stevenson. Fue grande a su propia y auténtica manera. Su trabajo hizo que la editorial Timely Comics se convirtiera en la famosísima Marvel Comics. Sus personajes lograron la fama mundial por su realismo y condición genuina. Aunque eran superhéroes, tenían –todos- un punto débil. (Eso hizo que los superhéroes no se sintieran tan lejanos a nosotros, los seres humanos sin poderes sobrenaturales aparentes).

Todavía en el inicio de cada película aparece un letrero que dice “Stan lee presenta”. En el principio de El hombre hormiga, última producción de Marvel, también así lo anuncia.

El hombre hormiga, o Ant-Man, como es su título en inglés, no cambia la fórmula que creo Stan Lee hace casi noventa años. El Estudio utiliza más o menos el mismo argumento de siempre: una aventura de lucha aparatosa, llena de efectos especiales entre los súper poderes de los héroes y los de los villanos.

Como Spider-Man, Los Vengadores, Iron Man o X-Men, la película resulta un entretenimiento dirigido a un público juvenil, pero que pueden perfectamente disfrutar todas las edades.

En esta ocasión, como en tantas otras, está en juego el destino de la humanidad. El científico Hank Pym ha inventado un arma muy peculiar: la capacidad de crear ejércitos del tamaño de insectos. Previendo que no llegue a malvadas manos, ha escondido su invento del mundo. Cuando un discípulo traidor intenta recrear su invento el científico (Michael Douglas) contrata a Paul Rudd para que sabotee los avances del traidor, y de paso, salve al mundo.

Los efectos especiales de la cinta son impecables y el avance dramatúrgico, vertiginoso, lo que hace que se disfrute y se visione fácil y ágilmente el filme. También, algo de encanto le otorga a la película Michael Douglas. (Sí, cuesta trabajo, pero se reconoce que es ese actor detrás de tanta cirugía). Aunque la mayor sorpresa actoral está en la pequeñísima Abby Ryder Fortson, que resulta muy carismática en la película.

Las escenas de acción de El hombre hormiga tienen una novedad única: precisamente gracias a los continuos cambios de tamaño del guión, hay un dinamismo muy atípico en la cinta, como cuando explosiones gigantescas que terminan siendo un punto del tamaño de un pixel en la pantalla, como cuando un trencito de juguete aplasta un carro de policía.

 
En realidad, lo que más conduele de El hombre hormiga no es lo que es, sino lo que pudo ser.

Pudo haber sido una producción de Marvel al estilo de Iron-Man, de esas que excitan los ánimos. El protagonista (Paul Rudd) pudo haber tenido el carisma de Robert Downey Jr… y, ya que estamos, unos abdominales más marcados. La muchacha coprotagonista, Evangelina Lilly, pudo haber tenido un rostro con algunos matices, aunque nada más fuera para que los espectadores pudiéramos diferenciar entre cuándo está dormida y cuándo despierta. Y Corey Stoll pudo no ser el villano más olvidable de la historia del cine.

El hombre hormiga no es, definitivamente, de las mejores entregas de Marvel. Pero tiene la influencia de Stan Lee: el lenguaje grandilocuente y recargado, con ciertas dosis de humor y la condición de vulnerabilidad del héroe, que lo humaniza. Quizás eso sea suficiente.

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