MIRAR(NOS): Caer en pleno vuelo

MIRAR(NOS): Caer en pleno vuelo
Fecha de publicación: 
18 Noviembre 2016
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Aquellos gorriones anidaron también en mi cabeza, por así decirlo y como resultado aquí me tienen contando con palabras aquella imagen.

 

Desde donde estaba no puede apreciar exactamente cuántos polluelos había en el nido. De forma clara si percibí que un gorrión adulto (mamá o papá) batía las alas delante del nido y los otros expectantes, sin perder el detalle más mínimo aunque ¡claro! eso no puedo afirmarlo rotundamente. Lo cierto es que los pequeños no volaban, parecían atentos a una clase demostrativa.

 

Para no hacer el cuento muy largo, días después el nido quedó vacío y me mantuve a la espera con el objetivo de comprobar mi  teoría. Más adelante apareció el gorrión adulto, pero no hizo estancia aunque puedo asegurar que era él.

 

Ahora no sé si vuelan juntos padres e hijos o si cada cual tomó su propio camino. Prefiero pensar que aunque no hagan nido, siguen siendo familia donde quiera que se encuentren unos y otros. Disculpen aquellos que me leen y tienen algún conocimiento sobre biología, no poseo precisiones sobre el estilo de vida en estos animalitos y por lo mismo especulo a conveniencia, de manera que mis sentimientos queden mejor parados.

 

La experiencia de los gorriones se me parece mucho a la vida misma con algunos mínimos detalles diferentes. Cuando los hijos aprendemos, cuanto podemos de los padres y si es nuestro interés aprender, también tomamos un rumbo. Algunas veces acorde a lo enseñado, pero no es una regla fija.

 

Alguna vez les conté que partí a La Habana con muchos sueños en la maleta y el rubor de aldea a flor de piel. Sus calles despreocupadas que aceleran en los semáforos el ritmo de cualquiera y colman paciencias en las paradas me fueron enseñando otras formas de vuelo. De casa traía un título de periodismo y algunas pertenencias, que según pude comprobar luego, se multiplicaron con el paso de los años.

 

Porque las grandes ciudades tienen eso o yo, quizás sea la única responsable de comprar libros y aretes, como si me fuera la vida en ello aunque en realidad lo que se va es el salario.

 

De regreso a mi ciudad, en la más larga visita que recuerdo desde que partí, incluso a punto de cumplir ya mis tres años lejos, todo me parece distinto. Muchos amigos no están y si están no son ellos, ¡todos hemos cambiado tanto! Formar una familia, aunque sea en la casa colindante a la de tus padres, también significa volar, salir del nido.

 

De los gorriones no he visto ni uno solo que pierda el ritmo u olvide las enseñanzas de vuelo. Entre mis amigos y compañeros algunos, los menos, han equivocado el trayecto. Es lo que tiene ser adulto, empiezas a ser responsable por tus equívocos, aunque caídas estrepitosas se produzcan.

 

En la elección de la pareja, eso lo aseguro, los pajaritos no se pierden ni marcan en sus boletas de vida opciones descabelladas que no guardan semejanza respecto a lo que soñaron o fueron.
  

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