Nadie habla de Afganistán…

Nadie habla de Afganistán…
Fecha de publicación: 
6 Noviembre 2016
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Pero allí los bombardeos de la aviación norteamericana continúan más intensos que durante la “estadía oficial” de los ocupantes, incluso cuando, bajo el pretexto de la supuesta participación del Talibán en los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono, hace 15 años, Estados Unidos se “dio banquete” al matar civiles, destruir infraestructura y ocupar parte de una de las naciones más pobres  y atrasadas en todo sentido del planeta, como suele hacer el Imperio en sus abusivas agresiones, en las que no deja de experimentar sofisticadas armas.

Recientes hechos vuelven a sacar a colación la falsedad de una retirada que dejó en realdad miles de especialistas bélicos en diversas bases, dirigiendo aquí y allá a tropas del genuflexo aliado y de aliados en el genocidio, desde españoles a alemanes, pasando por el resto de la gama de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Treinta muertos y 25 heridos, todos civiles,  y el posterior aniquilamiento de los 13 integrantes de una familia de 13 personas, es lo más recientemente conocido de la larga lista de asesinatos del  Imperio en la sufrida nación, en la que Estados Unidos ha utilizado al Estado islámico o Daesh para combatir a los talibanes, sin recibir n un solo disparo del remanente de la Alianza o de ISAF, grupo que había sido oficialmente encargado para seguir las actividades militares de Estados Unidos, que nunca, subrayo,  han cesado.

Por eso, cuando se habla de los talibanes, como, después de haber  sido barridos del poder, se organizaron y, junto con otros elementos opositores, establecieron una férrea resistencia al ocupante, hay que reconocer su valentía, independientemente de que no se esté de acuerdo con procedimientos o modus vivendi discriminatorios.

Como quizás algunos recuerden, los agresores alegaron falsamente que el objetivo declarado de la invasión era encontrar a Osama bin Laden y otros dirigentes de Al Qaeda para llevarlos a juicio, y derrocar el Estado Islámico de Afganistán, gobernado por el emir mulá Omar, que a juicio de las potencias occidentales apoyaba y daba refugio y cobertura a los miembros de Al Qaeda. La Doctrina Bush de Estados Unidos declaró que, como política, no se distinguiría entre organizaciones terroristas y naciones o gobiernos que les dan refugio.

Tal objetivo fue conseguido, pero no doblegó a un pueblo que ha resistido invasiones de todo tipo.

Mal armada, refugiándose en las montañas, en cuevas y otros vericuetos para emprender sus acciones armadas, la resistencia no pudo ser doblegada, a pesar de que EE.UU. utilizó a  la OTAN e ISAF, que incluía al Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Canadá, Turquía, España, Rumania, Australia y 37 países más,  recordándome aquella intervención de Washington en Corea, en 1950, bajo la bandera de Naciones Unidas, en la que consiguió la de las fuerzas armadas de otras 14 naciones.

Luego de haber colocado administraciones afines, que tienen generalmente algún control sobre Kabul, la capital, y algunas pocas ciudades, el presidente norteamericano, Barack Obama, fiel seguido de la criminal operación lanzada por su predecesor, George W. Bush, aseguró en el 2014 que Estados Unidos mantendría su presencia militar hasta fines de este 2016, asesorando y participando en algunas misiones de combates concretas.

Se vanaglorió al afirmar que las tropas y personal de inteligencia “han sido implacables” contra los responsables de los atentados del 11 de septiembre del 2001, “devastando” el núcleo del liderazgo de Al Qaeda. “Nuestros valerosos militares y diplomáticos en Afganistán —junto con nuestros aliados en la OTAN y en la coalición— han ayudado a que el pueblo afgano reclame sus comunidades, tome el liderazgo de su propia seguridad, celebre elecciones históricas y complete el primer traslado democrático del poder en la historia del país”, agregó.

No obstante, Afganistán sigue siendo un lugar peligroso para los ocupantes y sus aliados locales, y por lo cual, ante la fortaleza de la insurgencia, EE.UU. prevé mantener unos 10 800 soldados hasta el 2024 y la Alianza Atlántica continuará en el país con unos 4 000 militares que desempeñarán un nuevo papel de asesoramiento y equipamiento de tropas afganas.

Hospitales bombardeados y destruidos hasta los cimientos, tan “erróneos” como los dalos colaterales a civiles, política de tierra arrasada, matanza de civiles sospechosos de apoyo a la resistencia, extensión en gran escala de los bombardeos a una amplia zona fronteriza y dentro de vecino Paquistán, centenares de miles de muertos, millones de desplazados y refugiados en una país nómada por excelencia, forman parte del deshonesto curriculum de ese Estados Unidos que se vuelve a equivocar con una nación pequeña, con métodos tan criminales que llega a hacer gloriosa la lucha de combatientes que utilizan métodos tan discutibles e indiscriminados como los ataques suicidas, algo muy difícil de detener.

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