CRÍTICA DE CINE: Harry Potter y las reliquias de la muerte (I)

Harry deberá encontrar y destruir a los últimos horocruxes, objetos donde su archienemigo Lord Voldemort dejó parte de su alma como salvaguardo para la inmortalidad.  Para ello el joven hechicero, ya de 17 años, emprende con sus amigos Hermione Granger y Ron Weasley un peligroso viaje, que pondrá a prueba una vez sus conocimientos de magia, su voluntad y fortaleza.

Por primera vez Harry y sus amigos pasan sus aventuras fuera de Hogwarts. Este séptimo y ultimo libro de la saga de J.K Rowling fue redactado por la autora con una visión, conciente o no, mucha más cinematográfica, algo que sin duda hizo más cómodo el trabajo para el guionista del filme, Steve Kloves. En esta entrega la Rowling deja a un lado las subtramas y se enfoca más que nada en la lucha contra Voldemort.

Pero hablemos par de párrafos respecto a la originalidad de la historia: Unos amigos llevan un maligno y peligroso objeto colgado del cuello, que los afecta negativamente. Deben llevar a cabo una interminable marcha con el fin de destruirlo. ¿Estoy hablando de El señor de los anillos? Pues no. A esta penúltima entrega cinematográfica de las aventuras de Harry Potter solo le ha faltado que los elfos fueran altos y bonitos en vez de pequeños y esmirriados para cerrar con broche de oro el plagio.

Esta parte de la saga es, definitivamente, la que más puntos de contacto tiene con la épica El señor de los anillos. A menudo se siente que se puede sustituir a Frodo y Sam por Harry, Ron y Hermione; al anillo único por Horocruxes. El largo y difícil camino lleno de obstáculos y de personajes secundarios que intentan matar a los protagonistas es común para ambas novelas y para sus respectivas adaptaciones a la pantalla grande.

Se puede intuir que David Yates se propuso hacer esta séptima parte mucho más madura que las anteriores. La cinta toca con cierta profundidad temas importantes, como son la discriminación y el terrorismo. Lo que no se toma el tiempo para explicar los conceptos de la novela, por lo que si los espectadores no se han leído el libro se pueden perder la riqueza de las muchas nuevas ideas y personajes secundarios que introduce Harry Potter y las reliquias de la muerte (I).

La historia de las reliquias de la muerte está hecha en formato de animación (recuerda a Burton, por supuesto). Explica el por qué del título y es tan impecable, tan digna de visionar hasta el infinito, tan excelente y de buen gusto, que es definitivamente lo mejor del filme.

El resto son más de dos horas de metraje donde los tres protagonistas vagan por diferentes paisajes, montan su tienda de campaña, bailan, toman té y tienen una pequeña rencilla, muy infantil. Para narrar la fábula de las reliquias de la muerte (lo hacen en apenas un par de minutos) y contarnos los planes de Voldemort (como si no los supiéramos ya) no hacía falta una cinta entera.

No obstante, los seguidores de la saga de Harry Potter agradecen esta entrega y agradecerán cuantas haya. Pasa lo mismo con todas las aventuras épicas, como La Guerra de las galaxias, como El señor de los anillos. Definitivamente hay algo adictivo en la lucha del bien contra el mal.