Mozart también vive en La Habana

Mozart también vive en La Habana
Fecha de publicación: 
23 Octubre 2016
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Por segundo año consecutivo, el Festival Mozart Habana reunió con ese pretexto a músicos de una decena de países quienes asumieron un programa vasto en creaciones del salzburgués y de otros compositores contemporáneos con su época y con la actual.

Del 15 al al 23 de octubre, confluyeron en la urbe antillana instrumentistas de Argentina, Austria, Bélgica, Colombia, Estados Unidos, Holanda, Rusia, Suiza y el país anfitrión, en un evento organizado por el Lyceum Mozartiano y con la colaboración de la Oficina del Historiador de la Ciudad y la Fundación Mozarteum Salzburgo.

Precisamente, el director del Lyceum Mozartiano y del comité organizador del evento, Ulises Hernández, celebró esta segunda cita como la oportunidad para la comunión entre músicos y obras alrededor de la creación de Mozart.

Mientas, su contraparte austriaca, el presidente de la Fundación Mozarteum Salzburgo, Johannes Honsig-Erlenburg, estimó que el festival fue el resultado de décadas de cooperación bilateral entre ambas naciones y de la colaboración entre músicos.

Como en la edición precedente, se alternaron los espacios -en su mayoría sonoros- del Centro Histórico de la urbe capitalina, solo que en esta ocasión también se extendió a la Sala José White, en la occidental provincia de Matanzas.

Entre otras novedades, el festival presentó a dos de las formaciones infantiles resultado de la iniciativa del Lyceum con niños de las escuelas de música y de la comunidad.

El violinista austriaco Benjamin Schmid asumió el concierto inaugural acaecido en la nave principal de la Catedral de La Habana con la máxima de conducir al público hacia el deleite musical.Schmid se presentó con el Concierto en Re No. 4 para violín y orquesta, de Mozart, acompañado por la Orquesta Sinfónica del Instituto Superior de Arte (ISA), adscrita al Lyceum Mozartiano de La Habana, con cuya ejecución saldó su expreso deseo de traer a la ciudad capital la energía del genio del compositor austriaco.

A esta ejecución siguió el estreno en Cuba de la Misa en Si bemol No. 14 de Joseph Haydn con la participación de los coros de Cámara de Matanzas y del ISA, Exaudi, Polifónico de La Habana y Scholla Cantorum Coralina.

Dedicado junto a su esposa, la pianista suiza Ariane Haering, a la interpretación de música de cámara, especialmente en el repertorio mozartiano, Schmid acudió también al Oratorio San Felipe Neri -en el centro histórico de la ciudad- para repasar varias de las sonatas para piano y violín, así como para propiciar un acercamiento a la obra de Hans Werner Henze, reconocido compositor alemán contemporáneo.

La exquisitez del programa se evidenció además en una selección de la ópera La flauta mágica, la última escenificada en vida de Wolfgang Amadeus Mozart, que ofreció la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Enrique Pérez Mesa, en colaboración con solistas y el coro del Teatro Lírico de Cuba.Esa formación orquestal interpretó además el Concierto para piano y orquesta en La No. 12, también del compositor austriaco, en compañía de la pianista belga Roberte Mamou.

El auditorio San Felipe Neri sirvió además a los propósitos de un concierto de cámara a cargo del cuarteto de cuerdas Crisantemi, integrado por Danielle González, José Luis Rubio, Adriel Rodríguez y Adriana Rodríguez, y del dúo D'Accord, con el clarinetista Vicente Monterrey y la pianista Marita Rodríguez.

Mozart en la plástica

Durante poco más de una semana el programa presumió de conciertos, presentaciones danzarias, clases magistrales y exposiciones en homenaje por los 260 años del natalicio del genio austríaco, al tiempo que significó el cierre de un ciclo de celebraciones por los 70 años de relaciones entre Austria y Cuba.

El unipersonal Siete Miradas de la pianista y fotógrafa cubana Arianna Domínguez se inauguró en este contexto en una suerte de ensayo fotográfico que se acerca al quehacer del Lyceum Mozartiano de La Habana y a su entorno, según la propia artista.

La exposición que ocupa la planta baja de la sede de la Organización No Gubernamental Sociedad Civil: Patrimonio, comunidad y medio ambiente explora en la intimidad la ejecución de una pieza musical en el piano, enfocándose unas veces en el músico y otras en el instrumento a través de un acercamiento extremo que detalla sus elementos físicos.

También presenta fotografías del barrio próximo al Lyceum, sobretodo de las personas que lo habitan, cuya actividad diaria se registra en la música que desde allí se hace.Sobre este mismo tema, la novel artista resuelve además particulares encuadres del público, desde perspectivas poco comunes y que lo hacen parte del suceso musical.

Por otra parte, como resultado de las clases magistrales, jóvenes instrumentistas cubanos demostraron su capacidad y voluntad para el aprendizaje que arrancaron elogios de los músicos invitados.Al término de sus respectivas sesiones, la violinista rusa Tatiana Tchijova y el violoncelista colombiano Alejandro José Escobar dijeron Prensa Latina sentirse muy satisfechos tras la interacción con estudiantes de diferentes niveles de la enseñanza artística.

Tchijova, calificó de muy grata la experiencia basada en el altísimo desempeño de los "chicos" que se presentaron en el salón del Lyceum Mozartiano de La Habana. "Están muy interesados y centrados en lo que están haciendo y que asombran precisamente porque lo toman muy en serio", precisó.

"Las referencias eran de un buen nivel musical, pero nunca pensé que fuera tan bueno, quedé muy sorprendido con varios de los jóvenes que asistieron hoy", subrayó Escobar, a quien el encuentro le parece genial para conocer cómo van los procesos musicales en otros países.

Escobar indicó que de esas comparaciones con otros escenarios y de la interacción con otros músicos y maestros es posible argumentar que la música clásica ha subido el nivel en Latinoamérica.Doctorada en Artes por el Conservatorio Estatal de San Petersburgo, Rusia, y profesora de violín desde 1994 en la Facultad de Artes Integradas de la Universidad del Valle en Colombia, Tchijova detalló que en América Latina en general están ocurriendo procesos muy interesantes que se extienden también a la música.

En ese sentido, Tchijova significó que con esos encuentros se estaba creando un puente muy grande que servía para divulgar cuánto se hace desde América Latina en materia de música clásica.

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