En Bayamo: Una fiesta de la cubanía con sabor al Blado

En Bayamo: Una fiesta de la cubanía con sabor al Blado
Fecha de publicación: 
20 Octubre 2016
0
Imagen principal: 

Fotos de la autora y de Lenia.

                                                                   I

Todo el mundo me había dicho que era igualita a mi amigo Bladimir Zamora Céspedes, pero cuando la vi entrar, lo comprobé: su piel rosada, apenas con arrugas... Me dijeron que ella era la dueña de la voz escuchada no sé cuántas veces mientras duró la enfermedad y días finales de su hijo.

Tenía ya un poco de ron dentro (¡cómo no hacerlo, si brindábamos por el Blado!), me acerqué y apenas tuve que hablar. Se abrazó a mí y lloramos, apenas unos minutos; luego Sonia Céspedes, siempre estuvo cerca en las jornadas de homenaje a su hijo en la semana de la cubanía que se celebra en Bayamo.

alt

Estábamos en la Casa del Joven Creador (Asociación Hermanos Saíz, ¿dónde si no?) un grupo de amigos y la familia del Blado. Allí andaban Ismael Perdomo; Ray Fernández, más su inseparable Lenia; David Torrens y nosotros, los caimaneros Fidel Díaz Castro, Darío Alejandro y yo. Se sintió la ausencia de Joaquín Borges Triana, que no pudo asistir, además de Yamilé, Grillo, Racso, el Richard…

Hasta allí también llegó Luis Toledo Sande, uno de los ilustres conferencistas que se daban cita en Bayamo, compañero de estudios de nuestro Bladi... Y hubo ¡cómo no! mucho ron y mucha trova, porque como decía, dice, el Blado: «Hay que beber y ser revolucionario».

Hablamos los amigos, los entrañables de Bayamo: Alicia, Salvador y otro grupo, que repetían su admiración y respeto por el amigo ausente. Se sumaban personas que pasaban cerca; nada, que fue un buen jolgorio. Dayron Fonseca, expresidente de la AHS, hoy trabajador de la UNEAC y director del grupo musical Nubes, era nuestro ángel de la guarda y organizador del homenaje. Para todo lo llamábamos y siempre con una sonrisa, aparecía el carro o lo que le pedíamos.

alt

La inauguración de la biblioteca Bladimir Zamora Céspedes, con un excelente fondo bibliográfico y discográfico del caimanero mayor, en la AHS, por supuesto, fue otro momento. Ese pequeño local dedicado al placer de leer tiene a su entrada una gigante foto del Blado, con una bandera cubana detrás y un vaso de ron cerca; esto último, supongo por razones de diseño no aparece en la excelente imagen que le hizo Richard.

La noche de ese lunes diecisiete trajo para mí (y una buena parte de los asistentes) una agradable sorpresa: ver un minidocumental dedicado al Blado y el largometraje El día después, con guion del propio Bladimir más Ismael, que dirigió ambas piezas, hechas apenas con recursos, pero que cuentan buenas y necesarias historias.

                                                                   II

Quizás estas líneas debieron comenzar por aplaudir las palabras de Fernando Martínez Heredia, que con su manera de decir, siempre defiende lo cubano y lo hizo, como dice Fide, «donde empezó todo», en la tierra de Carlos Manuel de Céspedes, en el parque que hoy lleva su nombre y muy cerca de la ventana de Luz Vázquez, para dar inicio a esa semana bayamesa y nacional por la cubanía.

Porque Bayamo es una fiesta de música y también de letras en cada semana cercana al 20 de Octubre, Día de la Cultura Nacional. Allí estaba Martínez Furé para conversar de manera única sobre cómo se soldó ese crisol que hoy llamamos Cuba; también Mildred de la Torre, para hablar de la historia, y muchos académicos más, como el propio Toledo Sande.

El bulevard y otras calles eran testigos de las estatuas vivientes de Tití, expresidente de la AHS en Santiago de Cuba, un negro jacarandoso, trabajador y con una voluntad a prueba de balas de cañones, que monta estos personajes para que el arte toque a la puerta de las personas y no se quede en los museos.

alt

Por otro lado tocaba Pancho Amat, o Tony Ávila, trovadores, y actuaban humoristas, como Kike Quiñones; hubo cine, presentaciones de libros, revistas, y muchísima alegría.

La taberna con jarras de cerveza ¡a diez pesos cubanos! era punto obligado de los visitantes más los bayameses, que también coincidían en un mercado donde se venden lácteos: pomos de leche condensada a 38 pesos, queso, requesón, yogurt, helado, bien presentado, sabrosos y… asequibles. Ah, y cerca, ostiones con tomate y picante, aunque me quedé esperando por ¡los buenos! que Fidelito siempre encontró cuando iba solo.

                                                            III

El martes empezamos con la presentación de El Caimán Barbudo en el café literario, y allí, sin proponérnoslo, el Fide y yo realizamos una escena de una discusión caimanera sobre el número en el que aparecen varios textos dedicados al Blado de personas que incluso no profesaban su credo político y lo querían. Allí me encontré con mi amigo Orlando Fombellida, un periodista radicado en Granma con el que compartí vida laboral, alegrías y broncas en Banes.

La tarde fue de cantos y descargas en el cementerio, en la tumba del Blado, quien, a propósito, ¡al fin! tuvo una casa sin peligro de derrumbe como la famosa y mítica gaveta que habitaba en La Habana.

Como lo prometió Tití, una de sus estatuas, el ángel, presidió los cantos; el ron, con el que bañamos el mármol que cubre al amigo y también la cercana morada del maestro Sindo Garay. Allí Manuel Álvarez Vázquez, director de Cultura en Granma, leyó unas palabras que escribió a raíz de la muerte del bayamés y caimanero. Este hombre sencillo y capaz tuvo mucho que ver en la atención que la AHS y Bayamo le dieran a Bladi durante su enfermedad y días finales.

alt

El homenaje a nuestro amigo ¿concluyó? por la noche en un concierto en el parque Céspedes con trovadores. ¿Podría ser de otra manera? David Blanco lo arrancó y a capella cantó La Bayamesa; luego Ray y David (Torrens) cantaron a dúo, solos, hasta que directo desde el aeropuerto apareció el pintor Javier Guerra, otro entrañable amigo. Allí, colgando una tela en la que pintó un tocororo, el reconocido artista de la plástica inició el performance que continuó comprando casi medio cerdo asado, repartiéndoselo a la gente de la cola y de la AHS, donde siguió la cumbancha con mucho ron y canciones, momento que sirvió para que Tony Ávila se uniera al grupo.

(Y bueno, para ti, Bladi: tengo que mandarle esto al Mariscal, a ver si lo publica hoy mismo. Por tu culpa me levanté a las cuatro de la mañana, y no me vayas a decir que estoy paqueando, porque seguro te gustó el rumbón).

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.