Guerra interminable por las riquezas

Guerra interminable por las riquezas
Fecha de publicación: 
30 Septiembre 2016
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Muy poco nombrado, desaparecido de los medios de información, el largo conflicto en la República Democrática del Congo (RDC) mereció la atención en la más reciente reunión del Movimiento de los Países No Alineados, celebrada en la isla venezolana de Margarita.

Quizás es uno de los conflictos más difíciles de resolver, aunque se tenga el ejemplo de las exitosas conversaciones de paz sobre Colombia, porque en ella convergen intereses de toda laya, muchos de los cuales se mantienen en las sombras, pero todos los cuales manejan ejércitos mercenarios y hasta regulares de dentro y fuera del país, porque nadie quiere soltar las prometedoras o ya reales riquezas, todas en el contexto de lo mal habido.

Son solo algunos de los factores los jugosos recursos naturales de la RDC y los poderosos intereses económicos en torno a ellos, las tensiones étnicas, el tráfico de armas hacia los grupos armados, a pesar de un embargo internacional impuesto por la ONU; una justicia totalmente inoperante que fomenta la impunidad y la misión de Naciones Unidas incapaz de proteger a la población civil.

La población civil se ve involucrada en un conflicto en el que todos los combatientes cometen graves violaciones de derechos humanos como homicidios ilegítimos, desapariciones forzadas, tortura, saqueos, violencia sexual, trabajo esclavo y reclutamiento por la fuerza de menores de edad y adultos jóvenes.

Una telaraña de motivos, protagonistas y situaciones regionales e internacionales dan forma al complejo conflicto que se desarrolla en base a la lucha por el poder político y económico, y, repito,  a los recursos naturales existentes en una de las zonas del planeta con más riquezas naturales, aunque con uno de los índices de desarrollo humano más bajo del mundo, en el puesto 187 de 194 naciones.

INCERTIDUMBRE

Son muchos los interrogantes que surgen a la hora de plantearse cuáles son los motivos que llevan a extenderse en el tiempo a un conflicto en los confines del Mundo. Estas incertidumbres encuentran sus fundamentos en el entramado de intereses que se suscitan en la región y en la multiplicidad de actores. Una guerra que tiene como base, el control de una de las regiones más ricas del plantea y el centro del continente africano. Dominar este espacio implica controlar estratégicamente todo el territorio y acceder a sus ricos recursos naturales.

Recordemos como tras la independencia del colonialismo belga en 1960  fue asesinado Patricio Lumumba, porque actuó por la libertad del pueblo.

Pero desde entonces no hay un momento de paz, y es porque todos los principales grupos armados involucrados en los actuales enfrentamientos allí, principalmente en el Este, se autofinancian a través del comercio de minerales valiosos, como el estaño y el tantalio, que se procesan para la fabricación de teléfonos móviles, entre otros productos de consumo masivo a nivel mundial.

Por ello, las actividades de minería en el este de la RDC han estado, y siguen estando, altamente militarizadas. En algunas áreas, los grupos armados controlan las minas y realizan sus propias excavaciones; mientras que en otras el personal militar aplica impuestos ilegales a los mineros artesanales, tanto en el sitio como cuando transportan el material a la ciudad o punto comercial más cercano.

TENTACIÓN

Oro, diamantes, cobre, cobalto, casiterita y coltán, y bosques de rica madera son rubros tentadores para los depredadores, y aunque no son la causa que dio origen a la violencia, sí la alimentó.

Desde el poder colonial de finales del siglo XIX hasta este 2016, los principales grupos armados y sus aliados regionales que se enfrentan por el poder político, se han valido de estos recursos naturales como forma de financiación y fuente de lucro. Por este motivo, la desmovilización de las fuerzas debe tener en cuenta este componente económico que no favorece la decisión de dejar las armas de los grupos armados-

Las consecuencias del conflicto son tan devastadoras en términos humanitarios y de estabilidad política, que en 1999 el Consejo de Seguridad de la ONU creó la Misión de Mantenimiento de la Paz  en la RDC (MONUC), con 17 000 soldados y policías, así como 2 700 civiles en todo el país encargados de supervisar el desarme,  pero, realmente, fracasó en su esfuerzos por preservar unos originarios acuerdos de paz, surgidos en el 2002; respaldar un proceso electoral democrático y fiable, facilitar la repatriación, reasentamiento y reintegración de las personas desplazadas y proteger a la población civil.

Un gran fiasco, subrayo,  fue el resultado de este esfuerzo aparentemente encomiable, debido a la venalidad de políticos locales y rivalidades entre etnias que comprenden a la RDC y países vecinos, todo lo cual el gran capital han manejó a favor de sus intereses.

Resta mucho por decir aún acerca de la situación y los detalles de este conflicto, una verdadera guerra inacabable en la que la principal perdedora es la población de la Republica Democrática del Congo.

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