Reineris Salas: «Cuando años de trabajo se van por la borda, cuesta recomenzar»

Llegué al colchón del Cerro Pelado en busca de testimonios. Los luchadores siempre tienen alguna historia que contar. El primer turno en las sesiones de entrenamiento correspondía a los exponentes del estilo grecorromano. Sin embargo, poco después de las nueve de la mañana, irrumpió Reineris, «el gimnasta» Salas en el gimnasio.

Su imagen, la de un gladiador que todavía sangra por la herida olímpica de Río de Janeiro, que batalla con su yo interior, que busca el camino para recomenzar, que piensa milimétricamente cada paso posterior en su carrera deportiva.

Reineris siempre tiene para dar más. Hablamos de un gladiador que atesora tres preseas en Mundiales (bronce de los 84 kg en Moscú 2010 y platas en los 86 de las versiones de Budapest, Hungría 2013, y Taskent, Uzbekistán 2014).

Un hombre nacido para los deportes, pues antes de entregarse por completo a los tackles y desbalances, practicó con éxito la gimnasia artística y el judo. Que perdió con anterioridad un ciclo, cuando fue sancionado por indisciplina tras la Copa del mundo del 2011 y vio las incidencias de Londres 2012 desde la barrera, junto a su padre, Rey Salas, en Alamar.

De lo que sí puedo estar convencido es de que siempre recordará la tarde del sábado 20 de agosto y su pleito por bronce frente al estadounidense Jʼden Cox en la Arena Carioca II…

—Con la mente y la cabeza fría, ¿cómo valoras tu competencia en Río?

—De cara a los Juegos Olímpicos, todo se comportó bien, la preparación fue excelente. Incluso estuvimos con bastante tiempo de antelación en la sede para enfrentar la competencia. Todos conocen que el tema del peso corporal es algo fundamental en mis rendimientos posteriores y lo trabajamos bastante bien. Incluso tuve descanso de casi un día tras el pesaje.

«Pese a ello, me siento aún bastante descontento por el resultado, por situaciones que se están dando, relacionadas con el arbitraje, y otras cuestiones que están afectando al deporte a nivel mundial. El dinero está teniendo más fuerzas que la calidad real, en fracciones de segundos ves venir abajo cuatro años de trabajo, que fue lo que me sucedió en ese combate frente al estadounidense Cox».

—¿Superado ese momento? ¿Cómo encara Reineris este nuevo ciclo?

—He recibido el apoyo de todos mis compañeros de equipo y entrenadores. Hablaron conmigo y poco a poco he recobrado las fuerzas para recomenzar. Este es un año bueno, sin mucha intensidad, me permitirá trabajar con rigor los parámetros de fuerza, muy necesarios para encarar mi nueva división de 97 kilogramos. Sobre eso estamos trabajando, pues únicamente tomé 15 días de vacaciones y hay muchas cosas nuevas y rivales que enfrentar. Probaremos a ver si todo va fluyendo, porque cuando te sucede este tipo de cosas, el desencanto pesa.

—De manera más puntual, descríbenos ese pleito ante Cox, la estrategia empleada.
 
—Allá no solo me sucedió a mí. Otros luchadores igualmente lo sufrieron. Trazamos una buena estrategia para ese combate, a pesar de no encontrarme al 100% de mis capacidades, debido a la exigencia en mi desafío anterior con el puertorriqueño Jaime Espinal, el poco tiempo de recuperación y algo disminuida la fuerza.

«Sí considero que, en sentido general, nosotros los cubanos debemos prepararnos un poco más, para no dar margen a dudas y no vernos involucrados en veredictos estrechos, en los que casi nunca nos favorecen. En esa acción defendí su entrada a tackle a las piernas y no creo haber pasado por la posición de peligro, para que le dieran los dos puntos. Si hubiese sido evidente, no hubiesen tardado tanto ni revisado tantas veces el video para fallar a su favor».

—Tuviste incursión previa a Río en los 97 kg como parte de tu preparación, ¿mentalizado con esa categoría?

—Estoy enfocado en ese peso. Los títulos que alcancé en el Gran Premio de Madrid y la Copa Canadá antes de Río, me mostraron que sí puedo medirme con los mejores hombres de los 97 kg. Me sentí bien, en esa división se lucha un poco más tranquilo. Necesito ganar en fuerza, pues cuando echas un combate o dos, te sientes el rigor. Por muy fuerte que estuviera, esa no era mi categoría, no estaba acostumbrado, me salía el agotamiento.

«Este será un año para eso, para orientar los esfuerzos, prepararme bien en busca de un resultado, de irme insertando en la élite, sin que eso signifique reducir ni mermar la explosividad, mi velocidad en las entradas. Me urge trabajar especialmente en el tren superior, fortalecer los planos de los hombros, los trapecios. En las piernas no tengo problemas».

—¿Un rival?

—He tenido la posibilidad de combatir con luchadores de excelente calidad. La defensa y contraataque han caracterizado mi estilo, pero con los asiáticos es difícil, por su velocidad y empuje a la hora de continuar las acciones. Entre los más complicados con los que me he medido se encuentran el ruso Abdulrashid Sadulaev, quien con 21 años es doble campeón mundial y titular olímpico en Río, invicto desde el año 2014, y el estadounidense Jacob Herbert, con quien he librado múltiples batallas, además de mantener una estrecha relación de amistad.

—¿Tu arma más efectiva?

—He aprendido con el tiempo. Antes me criticaban mi estilo de pelea de defender y contraatacar. Tengo 29 años y más de una década de resultados, desde que fui bronce mundial juvenil en Beijing 2007. En ese tiempo he podido ampliar mi repertorio técnico. A lo que más confianza le tengo es al tackle a las dos piernas con cabeza por dentro. Mi velocidad contribuye mucho a que lo ejecute con grandes porcientos de efectividad.

—¿Deudas?

—La medalla olímpica. Cuando alcanzas un nivel, esa presea constituye el mayor palmarés. No quiero pensar más en Río, en lo que pudo ser. De cara a Tokio me esperan otros cuatro años de trabajo intenso. Llegaré con 33, biológicamente no tendré las mismas capacidades, pero pueden estar seguros de que no me rendiré. Hasta ahora, nunca lo he hecho.