Siria: Circunstancias obligan

Siria: Circunstancias obligan
Fecha de publicación: 
15 Septiembre 2016
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El reciente recuerdo de los ataques a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, la proximidad de las elecciones presidenciales y el desborde de la venganza de quienes fueron sus progenitores o alimentadores hicieron que Estados Unidos accediera, luego de incontables peticiones de Rusia, para encarar conjuntamente a la tangible y creciente amenaza terrorista.

Rusia ha dicho una y otra vez que solo la acción conjunta puede acabar con un mal que ha cobrado la vida de miles de inocentes, en un accionar ciego y destructivo que aflora venganza y baña en sangre falsos preceptos religiosos de castigos a infieles que, por desgracia, son seguidos por fanáticos que no temen a la inmolación, no practicada por ninguno de sus jefes.

El acuerdo ruso-norteamericano solo pudo ser posible por la aceptación del legítimo gobierno de Siria, que encabeza Bashar al Assad, quien determinó el alto al fuego en la ciudad de Alepo,  y fue apoyado posteriormente por Francia, Alemania y Turquía.

Llama la atención que el ejército turco se mantenga desde hace varios días en el norte de Siria, bajo el pretexto de combatir a su antiguo aliado Estado Islámico (EI) y a las fuerzas independentistas kurdas, precisamente las que han hecho fuertes daños a los terroristas del Daesh, como llaman también al EI.

De todas maneras, la decisión del gobierno de Barack Obama también tiene que ver con los sonados éxitos de la aviación y Armada de Rusia cada vez que interviene con el ejército sirio contra el EI, lo cual no solo le ha dado prestigio a Moscú, sino hecho sospechar de las verdaderas intenciones de la coalición auspiciada por EE.UU. con supuesto igual propósito, pero resultados diferentes y, sobretodo, adversos.

Pero al igual que antes, y a despecho de la próxima elección presidencial, legisladores estadounidenses, en su mayoría republicanos, empezaron a presionar para que EE.UU. rechace la colaboración con Rusia y apoye a los “terroristas buenos” que luchan contra Al Assad, todo muy influenciado por el fuerte lobby sionista en ambas cámaras legislativas.

La reacción norteamericana no puede ver con buenos ojos la recuperación por el ejército sirio de un amplio terreno alrededor de Alepo y el virtual anulamiento de la intervención militar turca, que solo dice luchar contra el EI, por los continuados ataques terroristas en importantes ciudades de ese país, atribuidos al Daesh.

Desde hace mucho, Estados Unidos y Turquía, aunque mancomunados, tienen sus propias agendas agresivas para derrocar a Bashar al Assad y terminar con el importante apoyo ruso.

Porque aunque ahora el presidente turco, Recip Erdogan, da el visto bueno a los planes rusos contra el EI, no podemos olvidar que los terroristas beneficiaron a su familia con el robo del petróleo sirio.

Sean cuales sean los resultados de los acontecimientos que resulten de los esfuerzos mancomunados contra el terrorismo –de ser llevados a la práctica, por supuesto-, el objetivo final es tratar de unir a una nación dividida por diversas invasiones enemigas, tanto de agrupaciones cuyos integrantes creen estar cumpliendo un mandato divino –tales son los suicidas que asesinan a diestra y siniestra-, como aquellas que se mueven por el poderoso caballero Don Dinero, y que tratan de saquear las riquezas petroleras y patrimoniales.

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