CRÍTICA DE CINE: Harry Potter y la piedra filosofal

La verdad es que desde El señor de los anillos, de Tolkien, no se había creado un ecosistema literario tan pletórico y abundante, que generara, además, tantos seguidores a nivel mundial.

La autora del personaje que es Harry Potter es la británica J. K. Rowling (firmó las novelas con tan solo las iniciales porque los editores le aconsejaron que tenía más probabilidades de ser leída si no se sabía que era mujer). Quizás algunos no sepan que muchas editoriales le rechazaron la historia antes de que, finalmente, se la publicaran en el año 1997.

Paradójicamente, para el año 2003 ya la primera novela de la saga había vendido entre 400 y 450 millones de copias y para el 2005 Rowling tenía uno de los ingresos anuales más altos del mundo. (En la actualidad sus novelas de Harry Potter han sido traducida a más de 65 idiomas, incluyendo el latín y el griego antiguo).

Harry Potter y la piedra filosofal, como deben manejar la gran mayoría de ustedes, cuenta la historia de cómo un niño de once años descubre que tiene la habilidad de hacer magia. A la par de ese descubrimiento, uno que lo supera: hay toda una ciudad mágica, en la que las lechuzas traen el correo y la gente anda con varitas bajo la manga. El argumento de esta cinta recorre todas las visicitudes de Harry desde el momento en que se entera de sus poderes hasta se enfrenta a su archienemigo, Lord Voldemort, un mago malvado que mató a sus padres, pasando por su encuentro con los ya legendarios Ron y Hermione, que le dan tanto en la primera parte como en el resto de la saga una muestra de una amistad tan excelsa que es envidiable.

En el medio de todo esto, el argumento de esta película incluye la búsqueda de la piedra filosofal. Eludiendo la mera y opaca realidad, no se cuestiona su existencia; tan solo se custodia. Y esta es una de las magias de este filme, que es también, el principal mérito de la cinta: nos sumerge en un mundo de encantos, donde todo sueño humano es premisa, base para realidad.

En la película la búsqueda de la piedra filosofal es apenas una justificación: poco importa, en realidad, quién la encuentre, si Lord Voldemort o Harry Potter. Lo que importa, como en las grandes razones de la vida, no es la meta, sino el camino.

La adaptación de esta novela la hizo Chris Columbus en el año 2001. Este director, que ya tenía en su haber comedias como Solo en casa o Nueve meses, supo asumir una adaptación bastante fiel de la primera novela de la saga de la escritora Rowling. Todo el universo Potter está reflejado, detalle por detalle, justo como se narra en el libro: lugares típicos, tradiciones, juegos, historia, amigos y enemigos.

Algunos de los actores que comparten escenario en esta cinta son Richard Harris, como el profesor Dumbledore, Alan Rickman y el veterano John Hurt. A estos consagrados se suma un trío de jóvenes y desconocidos actores, Daniel Radcliffe, Rubert Grint y Emma Watson, que encarnan con solvencia a los tres niños protagonistas del relato.

Puede ser que Harry Potter y la piedra filosofal vaya demasiado encaminada al público infantil. Ese es el espíritu que tiene la primera novela del libro, y Columbus lo mantiene. Pero no significa eso que las imaginativas aventuras que vive Harry Potter no conquisten por igual a adultos: el producto audiovisual es lo suficientemente atractivo para apresar a toda la familia.  

Con una rica factura, Harry Potter y la piedra filosofal tiene, de tanta magia, paralelos en el universario infantil que generó el famoso extraterrestre de Steven Spielberg. En otras palabras, una aventura con encanto.