Respetar la diversidad: “Etiquetas” en el aula

Respetar la diversidad: “Etiquetas” en el aula
Fecha de publicación: 
5 Septiembre 2016
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Si había un concurso no era seleccionado. Si en el aula había una visita, no era el “escogido” para responder la pregunta. Si se trataba de una competencia deportiva, de antemano quedaba eliminado. Así creció; “omitido” como persona, no tenido en cuenta. Hasta que un día, ya estando en secundaria básica, dos profesores vieron sus posibilidades y comenzaron a estimularlo.

Les cuento el final: aprobó los exámenes de ingreso para el Instituto Preuniversitario Vocacional de su provincia, y hoy es ingeniero.

La historia tiene más tela por donde cortar, no obstante me apoyo en esta breve narración para poner sobre el tapete un tema que no puede perderse de vista en el trabajo educativo: el colocar “etiquetas”, en este caso a los estudiantes.

 
Las llamadas “etiquetas” hacen daño, más cuando el propio docente es quien las “pone” y aprueba. Lento, distraído, bruto, torpe, son algunas de las más negativas. Inteligente, brillante, capaz, de notas excelentes, se encuentran del otro lado de la orilla, al margen de no  referirme a las que guardan relación con el físico.

Sin embargo, tanto unas como otras son en extremo perjudiciales,  porque casi siempre traen aparejadas burlas y hasta algún tipo de acoso y, además, porque tratan de “silenciar” u ocultar las verdaderas capacidades de los seres humanos. No solo nos hacen sentirnos mal e incómodos sino que también provocan sentimientos de culpabilidad y hasta complejos.

En este sentido los maestros tienen una alta responsabilidad. Evitar cualquier tipo de discriminación en el aula resulta fundamental para el desarrollo exitoso del proceso docente-educativo. Cabrían entonces las siguientes interrogantes: ¿están ellos preparados para frenar  tales conductas? ¿Están conscientes de sus consecuencias?

A veces —no siempre es así— cuando un educador manifiesta frente a sus alumnos actitudes burlescas, con rasgos de discriminación, lo hace inconscientemente, sin saber exactamente el perjuicio que causan.  

De ahí la necesidad de que esté cada vez más preparado para afrontar la instrucción y la educación de los niños, adolescentes y jóvenes.

Por eso, entre las actividades de preparación para el nuevo curso escolar (2016-2017) el Ministerio de Educación desarrolló un seminario dirigido a estos temas; entre los cuales sobresalieron la inclusión educativa, desde una perspectiva de atención a la diversidad; la ética de los profesores y la labor educativa de la escuela; la violencia y las adicciones.

Hoy la escuela cubana es diversa, como asegurara recientemente la viceministra de Educación Irene Rivero, entonces los claustros deben contar con las herramientas esenciales —dígase cognoscitivos— para la atención de cada educando, a partir del diagnóstico.

Subrayó que hoy la diversidad trasciende el color de la piel o las creencias religiosas, pues también se expresa por lo sexual, el contorno familiar y la situación social.

 
Resaltó que la política del Estado cubano al respecto es inclusiva por naturaleza, sin embargo esto solo no la garantiza. Cada vez  resulta necesario centrar la atención en el maestro, en su actitud para con los demás y su preparación para atender la diversidad y las diferencias individuales.

Al igual que existen métodos para enseñar también se cuentan con  métodos para educar. Apropiarse de ellos es un imperativo para lograr una escuela “útil y sabrosa”, como decía Martí.

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