Serie Nacional de béisbol: Radiografía después de un tercio

Serie Nacional de béisbol: Radiografía después de un tercio
Fecha de publicación: 
30 Agosto 2016
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Y lo que resulta más preocupante, sin público en los estadios. El fenómeno no es exclusivo de La Habana. Mi amigo Pedro Enrique, de vacaciones en Bayamo, decidió acudir al Mártires de Barbados… “Estaba casi vacío el estadio, brother, como viendo a nueve hombres custodiar un campo de golf, o un diamante en medio del desierto”.

Esas fueron sus palabras. Una década antes hubiese sido insospechado tal nivel de desentendimiento con respecto a la pelota, la pasión de Cuba. Sucede que nuestro pasatiempo nacional anda de capa caída en materia de nivel cualitativo, cuestión innegable a la cual se han sumado los horarios de la gran mayoría de los partidos (2:15 p.m. en medio de un agosto “volcánico”), la presencia de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y otros atractivos para aquellos amantes del deporte en etapa estival, que desvían su atención. Cuestión que de seguro se acrecentará ante el inicio de las principales Ligas de Fútbol en Europa.

Varios fenómenos atentan contra una mayor calidad del principal clásico de las bolas y los strikes: la inexperiencia de sus protagonistas, entiéndase que el grueso de casi todas las nóminas de los 16 equipos inmersos se componen de jugadores menores de 23 años, que si bien es cierto que tuvieron un escenario previo de confrontación en el campeonato sub-23, igualmente lo es el hecho de que aún distan de poseer todas las herramientas para jugar a tono con las exigencias y rigor que exhibía la Serie en el pasado.

Esta última afirmación halla una posible causa en el tránsito de los peloteros por las distintas categorías con lagunas, que luego cuesta mucho eliminar de forma acelerada, durante su cruzada en la temporada. Tampoco debe despreciarse el éxodo creciente de peloteros, que no abarca exclusivamente a aquellos que a fuerza de rendimiento ya se han ganado un prestigio en el ámbito doméstico y, en ocasiones, vistiendo la casaca del equipo Cuba.

Igualmente otro elemento lo constituye el hecho de que varias de las principales figuras de más de un conjunto, se hallan desempeñándose en otras latitudes acogidos a la nueva política de contratación de deportistas en el exterior…

La Serie en caliente

En medio de una amalgama compleja de argumentos y pese a que la Serie 56 no ha prendido aún entre los amantes de las bolas y los strikes, se han desarrollado seis subseries, tras las cuales Matanzas, una de las novenas más estables del último lustro, comanda la tabla de posiciones, con balance de 15-2. El quinteto de vanguardia lo componen, además, una versión inédita de Camagüey (11-5), Villa Clara (10-5), Holguín (10-6) y Ciego de Ávila (10-7).

Sorprende un tanto el hecho de que tres de los denominados elencos históricos de nuestro béisbol andan en la parte baja de la tabla: Industriales (7-9), Pinar del Río (7-10) y Santiago de Cuba (5-10). Otro tanto padece Isla de la Juventud (7-10), plantel que se había colado en las últimas versiones en la postemporada, pero que ha visto sus huestes mermadas considerablemente por varias causas, entre ellas, el retorno de varios peloteros “prestados” a La Habana o sus territorios de origen.

Una mirada al torneo y sus estadísticas generales arroja que la media colectiva de bateo es de 284, con los yumurinos exhibiendo un meteórico 353. Demasiado elevadas ambas para una competición de rigor. Precisamente, el primero de esos guarismos lo atesora como media la armada de los Medias Rojas de Boston, líder a la ofensiva de la Major Baseball League estadounidense, cuando se han disputado 130 de los 162 choques de calendario regular; mientras la media de los 30 elencos frisa los 255.

Sorprende en nuestro certamen el hecho de que dos bateadores compilan por encima de 500, otros ocho lo hagan con índice superior a 400, y más de 50 lo hagan con promedio por encima de 300.

Además, se han conectado 537 extrabases, de ellos 134 jonrones, y la relación bases robadas-cogidos robando era de 103-114. Otros rubros importantes situaban el porcentaje de embasado OBP, por sus siglas en inglés, en 365, mientras en 2 050 se fijaba el total de corredores dejados en base, un indicador fiel de que se dista mucho de batear con oportunidad con corredores en circulación, señal que se extrapola notoriamente luego a las selecciones nacionales.

Vayamos al pitcheo, desde mi óptica el talón de Aquiles de nuestro pasatiempo: la media de limpias permitidas por cada nueve entradas anda por 3.94, dividida en abridores (3.89) y relevistas (3.80); el Whip anda por 1.51; se han propinado en 260 encuentros 1 064 ponches y 949 bases por bolas, a razón de 3.65 por cada acto. Elevado sobremanera igualmente. En este sentido, la selección de mayor eficiencia es la de Villa Clara, avalada por 2.41.

Cierro con la radiografía de la defensa. La media en la Gran Carpa ronda los 980 de efectividad, mientras en este arranque de campaña, la nuestra anda por aceptables 976, con 240 errores en 10 171 lances, además de 316 jugadas de doble matanza y 3 268 asistencias. Holguín, Isla de la Juventud y Granma (986) se antojan las de menos deslices guante en mano.

Vuelvo a donde todo comenzó. Para rescatar a sus adeptos, encantar al público y mantenerse con cierto agrado en la preferencia, nuestra pelota debe conjugar todos los indicadores que la conviertan en un verdadero espectáculo de calidad, capaz de competir con otras tantas ofertas existentes en la palestra. De lo contrario, pasarán los 45 desafíos de temporada regular y los 42 de la segunda etapa con la escena del oasis de público repetida como un dejavú, no solo para Pedro o para mí, no exclusivamente en el Latino o en el Mártires de Barbados… en toda Cuba.

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