MIRAR(NOS): La soledad, un camino, una elección

MIRAR(NOS): La soledad, un camino, una elección
Fecha de publicación: 
26 Agosto 2016
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«Un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella».

Paulo Coelho

 

Me costaba creer que alguien prefiriera la soledad. ¿En serio? Me parecía hasta ayer la cosa más triste de la vida y aunque, en algún momento impensado ahora todo el mundo precisa de ella, escogerla entre todos los estados me parecía un asunto más poético que terrenal.

 

Hasta ayer no tenía ideas concretas sobre la soledad como trayecto o elección. Muchísimo menos me pasaban por la cabeza las personas que son solitarias por naturaleza, por puro placer de sentirse socialmente aisladas. Cuando la soledad se vuelve crónica, las personas tienden a resignarse. Pueden tener familia, amigos, pero no se sienten verdaderamente en sintonía con nadie, incluso porque —como diría aquel poema— se puede estar solo en una multitud.

 

En el fondo, aquellos que la busquen y quienes la odian, todos en general tememos a la soledad porque causa desesperación, angustia y hasta tristeza.

 

Contradictoriamente, aunque nos neguemos a sentirnos solos, la verdad es que acercarnos a este camino provoca que nos conozcamos mucho más de lo que pensamos. La soledad favorece que despertemos a ese «yo» interior tan desconocido a veces para nosotros mismos. Al respecto, el escritor italiano Carlos Dossi dijo: «¿Por qué, en general, se rehúye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos».

 

¿Cuántas veces hemos sentido miedo de pensar por nosotros mismos? De tanto estar siempre rodeados de personas, sus pensamientos llegan a ponerse en contradicción con los nuestros, y si somos personas inseguras, quizás adoptemos esos pensamientos e ignoremos los propios.

 

Desde mi experiencia, la soledad puede ser una gran fuente de inspiración. La riqueza creativa no surge cuando estamos rodeados de personas, sino todo lo contrario. Surge en el momento más espontáneo en el que nos encontramos solos, relajados, desconectados de todo y de todos.

 

Charles Baudelaire escribió: «Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo entre una multitud atareada». Y es que, si no sabemos dominar la soledad, será ella la que nos domine a nosotros. Es sabio, por tanto, pasar momentos en soledad, conocernos a nosotros mismos y separarnos del bullicio que supone la compañía constante. De este modo, nos fortaleceremos como individuos y creceremos como personas.

 

No piense en ningún momento que esta es una exhortación para que usted deje de lado a todos sus amigos. De ningún modo. Yo, de hecho, siempre recomiendo exactamente lo opuesto, pero tómese tiempo para pensar a solas, para una revisión introspectiva y, siendo autocrítico, lime sus asperezas, porque en colectivo será muchísimo más complicado.

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