MIRAR(NOS): Los que me asombran

MIRAR(NOS): Los que me asombran
Fecha de publicación: 
12 Agosto 2016
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Aseguran y exponen una serie de argumentos irrefutables de que mi actividad sexual disminuirá considerablemente. Horas de desvelo y por tanto, cambios en mis horarios se robarán todo el crédito. Malo entonces - declaran- que (¡otra vez lo mismo!) hombres y mujeres no hablen idéntico idioma cuando de sexo se trata.



No escribo hoy para desmentirlos, a algunos de ellos les sigo con la fe de un ciego. Cierto que muchas cosas cambiarán y ya están permutando en mi vida pero hablando se entienden las personas, la comunicación articulada nos separó del mono y hasta conflictos bélicos han sido frenados cuando hay entendimiento.



Mi tesis de este viernes no es contraria al planteamiento de mis amigos. En todo caso, tal hipótesis estará por comprobarse cuando llegue el debido momento. Mi existencia ya ha cambiado, eso es seguro, pero no puedo cargar el fusil desde ahora y muchísimo asegurar mis granadas o situarme en la disposición combativa.



Nada nuevo debajo del sol, desde tiempos inmemoriales y durante siglos y siglos más la gente seguirá preocupándose por todo con antelación de locos. Aunque de sobra sé que un hijo no ata, ni es mi intención “amarrar a nadie” puedo afirmar con orgullo que ha llegado a nuestras vidas en el mejor momento posible.



No hubo sorpresas y hasta hoy tampoco contratiempos. Por suerte, justamente los contratiempos son los que estropean todo o por lo bajito los encargados de poner máximo empeño para derrumbar los edificios de cimientos más sólidos.



Todos los días descubro asombrada que la vida va a seguir sorprendiéndome. Tampoco es que me incomode pero supongo que ese proceso de adaptación aún no se me ha incorporado. La gente me sorprende, sus actitudes y respuestas tantas veces en el extremo de lo que yo haría.



Hace unos meses, no sé si recuerdan, comentaba sobre el sui generis clasificado de venta que leía en Revolico. ¿Se acuerdan? Alguien solicitaba una persona para oler sus pies, solo para olerlos, sin que mediara ningún interés morboso ni sexual ni de ninguna otra naturaleza más comprensible (hasta el interés morboso sería entendible).



Buscando en específico una tarjeta de video para mi computadora ¡Sorpresa! me topé con otro “alguien” igualmente urgido y evidentemente desorientado. Ubicaba su “petición” en el apartado de Piezas y accesorios de computadora. Solicitaba para toda la vida una relación puramente formal con compromiso hasta que la muerte o el destino decidieran. Ofrecía (lean esto, se pone mejor) una casa en pleno corazón del Vedado (en la parte de las letras decía) para compartir buenos o malos momentos.



Por un segundo pensé en la posibilidad de una broma. Es normal que ocurran todo el tiempo sobre todo en la red de redes. Advierto que yo no pensaba más que en ustedes para luego contarles el chismecito. Y me topé con… ¡un teléfono de contacto! Una posibilidad para dar con el urgido, porque hombre era y quedaba aclarado si bien no otorgaba algún otro rasgo de su personalidad más que ese deseo de compañía, bastante perceptible hasta para los más ingenuos cibernautas.



Jamás marqué los dígitos, que en efecto daban cuenta de un número telefónico del Vedado. Luego, casi al terminar de leer, supuse que un amigo le gastaba una broma a otro. Pesada y de mal gusto eso sí. Pero más tarde pensé en la posibilidad real de aquellas líneas. Lo próximo que sentí fue pena por esa persona, tan solamente sola en el universo.



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