MIRAR(NOS): Celos profesionales, nocivos también
El tema de hoy me lo puso delante la vida, esa misma señora rectora de nuestras existencias que siempre nos pone en tres y dos a (sobre) vivir de la forma que a ella le venga en gana. No es pesimismo, si bien tomamos las decisiones, las circunstancias nos vienen preescritas como por arte o magia.
Como en el caso de ellos (los llamaremos así por razones evidentes). Trabajan juntos, bueno, realmente su relación trasciende el ámbito laboral: son pareja y llevan once años en ese feliz intento.
No obstante, todo no es color de rosa. Algunas otras veces he hablado de los celos: esa emoción tan complicada donde acoplan perfectamente, en un mismo asiento ira, tristeza, inseguridad y su hermano mayor: el miedo. Aunque a Usted le parezca de otra galaxia, ellos han sido presa fácil de los celos profesionales.
Por supuesto, son tan nocivos como los convencionales. Igualmente negados por quien los padece esconden resentimiento tanto o en igual medida que otros absurdos motivos y presuntas justificaciones.
Respecto a los hombres, hoy solo diré que muchos de ellos aún guardan la creencia de que son sustento de sus hogares y no se conforman con menos. Se enorgullecen de sus horas extra y hasta (por raro que parezca) de los trabajos voluntarios y las llamadas a destiempo para recordarles algún detalle relacionado con el plan de trabajo del día siguiente.
Normalmente se hacen presente en etapas cuando la persona se siente insegura en las posibilidades de sobresalir y entran en un estado de intranquilidad y puede llegar a envidiar una persona a otra.
Relaciones de años no garantizan consolidación y por situaciones cuando una de las partes alcanza un puesto más elevado que otro viene el rompimiento, pero desde el punto de vista psicológico cuando alguien alcanza una jerarquía mayor y otra persona la envidia, no existe amistad y mucho menos amor. A tono con Río, y con todo el fervor de los juegos, tampoco es que resulte laureado el de mayor rendimiento.
En cualquiera de sus variantes los celos acaban con la relación, incluso con la más sólida, pero no se debe renunciar a un logro.
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