Sudán del Sur: Al borde de la inanición

Sudán del Sur: Al borde de la inanición
Fecha de publicación: 
29 Julio 2016
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Quedé impactado al observar en internet una reciente fotografía de un oficial que se dirigía a numerosos niños presuntamente separados por la fuerza de sus padres para ser instruidos en menesteres bélicos. Era en Sudán del Sur, el Estado más joven del mundo, que no ha tenido paz desde que se independizó de Sudán, aunque tampoco antes reinaba allí.

Lamento mucho no haber podido copiar la imagen, que al igual que muchas del Pentágono son difíciles de extraer, pero es más importante conocer que han proseguido los choques entre las facciones que se disputan el poder, la del presidente Salva Kir y la del vicepresidente Riek Machar, con consecuencias tales como que 2 500 000 niños (¡dos millones quinientos mil!) están a punto de morir de hambre, aunque muchos de los pequeños se “salvan” de perecer de ello, cuando son preparados para acciones suicidas, es decir, fallecerán por otra causa.

Pudiera parecer exagerado escribir esto, pero nada puede asombrar cuando se conoce que el 20% de los ataques suicidas del grupo Boko Haram en Nigeria son realizados por niños y adolescentes.

Precisamente hace unos días más de 5 000 personas huyeron tras la escalada de los combates que causaron unos 300 muertos en Juba, la capital, y apenas lograron sobrevivir gracias a la protección de las Naciones Unidas, que pudo lograr horas después un acuerdo entre las partes en disputa, pero que posiblemente tenga carácter precario.

Uno de cada cuatro sursudaneses (unas 2,8 millones de personas, entre ellos los 2,5 niños) se encuentran en una situación de grave crisis alimentaria y nutricional, por lo que existe un riesgo real de que se declare próximamente la hambruna en las zonas más afectadas por los enfrentamientos. Además, Sudán del Sur es el país del mundo con la mayor proporción de niños fuera de la escuela: 1,4 millones, así como de personas, más de 2,4 millones, que se han visto obligadas a abandonar sus hogares, de las que unas 720 000 son refugiados en los países vecinos (Etiopía, Kenia, Sudán y Uganda).

En este intríngulis tiene que ver que Sudán del Sur aporta el 85% de todo el petróleo del antiguo Sudán y en gran medida proviene de los estados fronterizos de Bentiu y Alto Nilo, así como de Jonglei. Ocupa  el tercer lugar en África en términos de reservas de esta materia prima, algo que convierte a Sudán del Sur en un punto de fricción de los intereses geopolíticos.

También es un país rico en yacimientos de hierro, cobre, cromo, zinc, volframio, mica, oro, plata y diamantes.

Causas políticas y económicas

Muchos justifican las raíces del conflicto en Sudán del Sur por razones “étnicas”, pero lo real es que se debe a causas políticas y económicas enmarcadas en la rivalidad entre Salva Kir y Riek Machar durante décadas.

Cuando el país logró su independencia el 9 de julio del 2011 (apoyada por Washington), las facciones rebeldes acordaron repartir el poder en esa nación. Así, nombraron como presidente a Kir y Machar asumió el cargo de vicepresidente.

Sin embargo, el 15 de diciembre del 2013 ocurrieron violentos enfrentamientos en  los tres estados petroleros de esa nación. Kir llamó a la rebelión armada, porque supuestamente Machar planificaba un golpe de Estado.

Detrás de la situación actual en Sudán del Sur pueden estar algunas fuerzas interesadas en reducir la influencia de China en África, como EE.UU. y sus aliados, y sin dudas, las agencias de inteligencia estadounidenses podrían haber alentado o contribuido al deterioro de la situación.

Desde el resurgimiento de los combates ya suman varios días sin reparto de agua, en los mercados no hay alimentos y los soldados saquean a los civiles.

Según el informe de marzo de 2016 del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la escala de la violencia sexual es aterradora en Sudán del Sur. Desde 2013, las partes en el conflicto han llevado a cabo ataques contra civiles, violaciones y otros delitos de violencia sexual, detención arbitraria, secuestro y privación de libertad, desapariciones forzadas y ataques contra el personal de las Naciones Unidas.

La mayoría de las víctimas son civiles. Algunos de los abusos más graves ocurrieron en abril de 2014 en Bentiu y Rabona, en el estado de Unity, cuando grupos armados aliados a las fuerzas de oposición entraron en las ciudades y mataron a cientos de civiles que intentaban protegerse de los combates. Las "iglesias, mezquitas y hospitales no se libraron de los ataques”, agrega, lo cual es un reflejo de una situación que  hoy continúa y lleva a la joven nación al borde de la inanición.

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