Relato de una negociación: un regalo de arte y compromiso

Relato de una negociación: un regalo de arte y compromiso
Fecha de publicación: 
13 Julio 2016
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Faltan pocos días para que la muestra de Francis  Alÿs  concluya su itinerancia por el Edificio de Arte Universal del Museo de Bellas Artes de La Habana, pero nunca es tarde para recibir este regalo de excelencia artística, compromiso profundo y humanismo inmenso que es siempre el trabajo de uno de los más destacados creadores contemporáneos.

Las fronteras, las migraciones, las víctimas y los victimarios de toda clase de guerra moderna, aparecen observados, más que vistos, con el realismo que no alcanza y la creatividad que lo puede todo, sin ingenuidad y desde la conciencia, pero envueltos siempre en lo que el propio  Alÿs  ha definido como “la eterna negociación entre la fantasía artística y la realidad inmediata”

Se trata de un artista belga de nacimiento y mexicano por adopción al que quizás esa doble condición de patria europea y latinoamericana le agudiza la vista y los sentidos ver y decir sobre la línea fronteriza que separa a Europa de África  en Gibraltar o en medio del vendaval de  la violencia en México.

Los sucesos están contados en los diarios, fotografiados o filmados y transmitidos por la televisión o en la inmediatez de Youtube, la noticia pura y dura no es el lujo. El verdadero privilegio es la multiplicidad de lenguajes y formatos tocados por el espíritu del artista, construidos como un todo con la minuciosidad del arquitecto, pero a la vez independientes y locuaces cada uno con no sé qué vocación exquisita de un hombre que salió a vivir, a exponerse, que escogió no esperar por el cuento.

El hombre enfrentado a sus límites, a sus miedos y hasta a su propia crueldad, la condición humana que excede necesariamente lo biológico para ser política social, para negociar con las fuerzas indómitas de la naturaleza y otros poderes terribles. La negociación sucede entonces en muchos sentidos: estético, de formas, entre las imágenes y las palabras, entre el discurso de las piezas y las presunciones del espectador, entre el performance y la pintura, ent5re los hombres y su propia vida.

No es una muestra plena de respuestas, incluye dudas, cuestionamientos, sospechas y esperanzas, signos y símbolos en el vórtice de una reflexión urgente, que no desesperada, sobre el presente; también sobre el futuro, inevitablemente.

La muestra en La Habana forma parte de un camino largo que comenzó en México, en el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo, continuó por el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires y luego de la estancia en Cuba viajará a Toronto, Canadá.

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