MIRAR(NOS): Nosotras, descubridoras del Nuevo Mundo

MIRAR(NOS): Nosotras, descubridoras del Nuevo Mundo
Fecha de publicación: 
15 Julio 2016
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A todas mis amigas, las que hablan del tema y las que no...

 

Increíblemente, todavía a algunas mujeres les cuesta reconocerlo. Por supuesto, en pleno siglo XXI cualquiera pensaría con mayor desenfado, pero respecto a la masturbación femenina pocas se atreven a declarar nada, ni a favor ni en contra.

 

Entre mis amigas el asunto no es menos complejo; aunque son muchachas modernas, ni mencionan el tópico. Cuando lo hacen, irreversiblemente se sonrojan.

 

Datos estadísticos aseguran que ocho de cada 10 mujeres lo han hecho al menos una vez en la vida. Puesto que no todas son capaces de garantizarlo, estoy segura: la cifra es muchísimo mayor.

 

Aunque a escala planetaria, cada vez es más habitual que las mujeres compartan su opinión sobre todo tipo de juguetes sexuales, cuyo fin último no es otro que el del onanismo, poquísimas hablan del acto en sí, algo que contrasta con lo extendida, aceptada y visible que resulta la masturbación masculina, sobre la que los hombres hablan delante de todo tipo de audiencias.

 

Según la doctora Petra Boynton, psicóloga especialista en relaciones y colaboradora habitual del diario británico The Telegraph, no es que la masturbación no tenga sitio en la educación sexual, ni en los medios, el problema es que no se habla de ello abiertamente, y cuando se hace, la conversación es muy poco explícita.

 

Cierto es que cada vez los sexos se equiparan en más aspectos, pero la mujer es mucho más celosa que el hombre para hablar de su intimidad, o más recatada, dirán algunos. Por ejemplo, ocultan siempre su menstruación, que debería ser lo más normal del mundo. Son mucho más celosas con su sexualidad y solo la comentan con la amiga más cercana, siempre poniendo como parche «te lo comento a ti porque eres tú».

 

La mujer, al tener los genitales ocultos, no los explora desde la infancia. Por supuesto, el tabú en torno a la masturbación femenina es un fenómeno que viene de lejos, desde las sociedades judeocristianas.

 

La represión de la masturbación femenina no solo es una cuestión cultural, pues tiene graves consecuencias en el desarrollo de la sexualidad femenina y, por ende, en las relaciones amorosas en conjunto. Que la mujer se conozca a sí misma y descubra lo que le da placer, la primera de todas. ¿Por qué esperar por la pareja como descubridor de «nuestro Nuevo Mundo»?

 

Lo bueno de los tabúes es que, en cuanto se empieza a hablar de ellos, dejan de serlo.

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