Estados Unidos: plegarias por un alto a la violencia

Estados Unidos: plegarias por un alto a la violencia
Fecha de publicación: 
9 Julio 2016
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Tras conocerse la muerte de cinco policías en Dallas, Texas, a mano de francotiradores que actuaron mientras se producía una marcha de protesta el 7 de julio por el asesinato de dos afronorteamericanos esa semana a manos de los agentes en Lousiana y Minnesota, el país fue sacudido por la incertidumbre y muchas fueron las voces que pidieron un alto.

El cantante John Legend escribió en Twitter que las muertes a manos de la policía no significa que haya que matar policías. Necesitamos paz en nuestras calles y ese mensaje fue compartido 16 mil veces en una hora.

Al respecto, la actriz Patricia Arquette escribió poco después: Por favor, dejen de matarse unos a otros. No más armas. No más violencia. Es horrible.

Esa apelación conmovedora retrata el sentimiento de la mayoría de los estadounidenses, entre ellos muchas madres que ven caer a sus hijos víctimas de lo inexplicable.

Ese día el diario The New York Times en un editorial señaló que el asesinato de dos afroestadounidenses por la policía y la muerte de cinco agentes a mano de francotiradores en Dallas, Texas, merece la reflexión de los líderes políticos y la aplicación de la ley de la nación.

El clima de enfrentamiento en el país alcanza niveles nunca vistos y se acentúan cuando por ejemplo, uno de los sospechosos de haber disparado contra los agentes dijo que quería matar a los blancos, según el jefe de la policía de Dallas, David Brown.

El Times abordó el asesinato en Baton Rouge, Lousiana, donde un negro recibió un disparo en el pecho y la espalda a corta distancia por los agentes de policía y la muerte en Minnesota de Philando Castilla, cuando fue detenido por una supuesta infracción de tráfico en un suburbio St. Paul y recibió varios disparos de un uniformado.

Este diario hizo una afirmación lapidaria al señalar que los disparos muestran que la ley está fuera de control, cuando para los afroamericanos la amenaza de abuso policial -en forma de paradas aleatorias, asaltos y violaciones de los derechos civiles- es durante mucho tiempo parte de su vida.

Sin embargo, agregó, esta realidad dolorosa se convirtió en un problema nacional con la muerte en 2014 de Michael Brown, un adolescente negro desarmado, en un encuentro con un oficial blanco en Ferguson, Missouri.

Desafortunadamente, después de Ferguson, los disparos de la policía contra los ciudadanos negros continuaron con la complicidad de fiscales locales que protegieron el accionar de los agentes, reseñó el diario.

El asesinato en Minnesota el 6 de julio elevó el número de afroestadounidenses muertos a mano de la policía hasta 123 en lo que va de año, según datos de la Unión Americana de Libertades Civiles.

Para muchos estadounidenses los últimos decesos son tristes recordatorios de que se necesitan ahora más reformas a fin de regular la actuación de los policías que en vez de proteger, matan a personas inocentes.

Asimismo la mayoría de los ciudadanos son partidarios de leyes más fuertes para el control de las armas y la revisión de antecedentes de los compradores, algo a lo que se oponen sistemáticamente los republicanos en un Congreso en el que son mayoría.

Por otro lado, una reciente encuesta del Centro Pew reveló que los negros e hispanos son los grupos más discriminados en el país, un nuevo dato en el debate nacional sobre las relaciones raciales que regresó a la superficie tras el asesinato de dos afroamericanos por parte de la policía.

Esa pesquisa encontró que 70 por ciento de los afroamericanos y 52 por ciento de los latinos dicen haber sido discriminados o tratados de manera injusta por consideraciones de su raza o etnicidad, en comparación con sólo 30 por ciento de los anglos que manifiestan experimentaron algún acto discriminatorio de manera regular o ocasional en Estados Unidos.

Aunque la encuesta no detalló las circunstancias de los casos de discriminación, una de las más recurrentes quejas de organizaciones de defensa de los derechos civiles tiene que ver con la interacción de la policía con las minorías.

Las muertes de Philando Castilla en Minnesota y de Alton Sterling en Baton Rouge, Lousiana, desató una nueva ola de movilizaciones multitudinarias en ciudades como Dallas, Nueva York, Atlanta y Chicago, las que unidas a lo que aconteció en la ciudad de Texas, debe obligar una parada o en caso contrario, llegar a algo impredecible.

El New York Post, en un encuadre cercano a la prensa amarilla, abrió su edición del 8 de julio con un enorme titular declarando la "guerra civil" después de los disparos contra la policía de Dallas.

El jefe de policía de Dallas, David Brown, un afronorteamericano, dijo ese día que los tiradores o el tirador "quería matar a policías blancos", para echar más leña al debate sobre la raza y el uso policial de la fuerza.

Mientras tanto, cada hecho de violencia causa conmoción momentánea en el país y no son pocos los que se preguntan si serán la próxima víctima de la incapacidad del Congreso y el gobierno para marcar un alto en esta crisis del sistema.

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