Carilda: «Yo sabía que en mi Patria estaba la libertad»

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Carilda: «Yo sabía que en mi Patria estaba la libertad»
Fecha de publicación: 
6 Julio 2016
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A ella y a mi madre, que me la descubrió.

 

Transgresora para su tiempo, a sus 94 años Carilda Oliver Labra es, a no dudarlo, uno de los nombres imprescindibles dentro de las letras hispanoamericanas.

 

No en vano el también escritor Miguel Barnet afirmara que "ella es una mujer que hizo de su vida lo que le dio la gana. La dio una patada a la clase media alta a la que pertenecía, se casó con quien quiso, tuvo los amores que quiso y escribió los poemas eróticos más osados".

 

Hace unos años a una colega y amiga, la hija predilecta de Matanzas le declaró: Busco la libertad como una enferma, sin mi libertad no puedo vivir. Es tal esa pasión por hacer lo que quiero, lo que deseo, que por eso busco ese favor que me ha concedido Dios, porque no sé ser prisionera.

 

Probablemente porque aquello de que todo está escrito, ya desde niña no se vislumbraba otro camino como no fuera el de la poesía. Y es que con apenas cuatro años de edad asombraba a sus familiares, por el creciente afán de reformar los versos de las nanas y las canciones infantiles.

 

Decía mi mamá, porque por supuesto yo no lo recuerdo, que me empeñaba en cambiar la poesía aunque era una cosa muy primitiva y sin perfección alguna. Por ejemplo, ella cantaba: Duérmete mi niña/ duérmete mi amor. Y yo le ponía: Duérmete Carilda/ duérmete mi flor.

 

Desde los tres años vive en Calzada de Tirry 81, probablemente una de las direcciones más conocidas de la ciudad de los puentes. Quizás allí mantenga prisionera a su musa que no descansa mientras viva y sueñe dentro de aquellas paredes.

 

Aquí viví yo con mi abuela, mi madre, mi padre y mis tres hermanos y fuimos felicísimos. La casa, aparte de lo que me gusta, desde el punto de vista de que me resulta amparadora, que me protege, que me está cuidando, no de la lluvia y del sol, porque a la lluvia y el sol los amo, no, me está cuidando el alma. Porque mi casa es muy espiritual. Mi casa tiene un poco de cada uno de los seres que han convivido conmigo. Esta casa es sencillamente, no un albergue donde una pasarla bien, tampoco una estancia, yo no la veo materialmente.

 

Yo he cerrado los ojos cuando he estado en no pocos países del mundo y me acuerdo de mi casa como un lugar de reposo, de amor y de poesía. Un aposento amado. El nido de la belleza, del amor, de la libertad...

 

Yo nunca escribí poemas para fulano, ni para sutano. El único canto que hice fue para Fidel que estaba en desventaja, en una montaña, candidato a la muerte en aquel momento. Jamás, cuando la Revolución triunfó le canté a la Revolución, porque ya la teníamos.

 

Yo he sido convocada a quedarme en múltiples sitios, a anexarme a cosas que lindan con el dinero y las posibilidades materiales. Nosotros en Cuba hemos vivido muchas dificultades, no de ningún tipo de penuria espiritual, sino material. Pero no podemos perder de vista muy a pesar, dónde está la libertad. Yo sabía que en mi Patria estaba la libertad. Y que aquí es donde yo he estado a gusto. Aquí me gusta una flor, o me encanta comerme un tamal en el medio de la calle. Yo no soy esa otra figura que necesitaba estar convoyada por el automóvil, el lujo y la comodidad.

 

Sirva el recuento de sus palabras para rendir homenaje a quien nos develó una de las formas más exquisitas de la poesía erótica, la palabra que del alma sale.

 

(Las declaraciones aparecen en la entrevista “La libertad de ser Carilda”, escrita por la periodista y amiga Gisselle Escalante Martínez)

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