En Santa Clara: El Océano Azul de la familia Bormey

En Santa Clara: El Océano Azul de la familia Bormey
Fecha de publicación: 
24 Junio 2016
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Imagen principal: 

fotos: Agustín Borrego y archivo

Aroma, sabor, colores…, todo parece indicar que Orelvis Bormey Torres no olvidó nunca la tradición familiar iniciada por su abuela y su madre cuando hace muchos años confeccionaban el tradicional turrón de maní, fruto seco que su padre también cultivaba.

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Desde entonces, el maní acompaña a este joven, quien a finales de año 2012 inauguró en la ciudad de Santa Clara, provincia de Villa Clara —en el centro del país— la Casa del Maní Bormey, cuya marca es la auténtica firma de su padre, en honor a él.

En un local pequeño en la calle Maceo, entre San Miguel y Nazareno, está ubicada la famosa Casa del Maní, que casi se ha convertido en un sitio de obligado paso por su calidad, buen trato y, sobre todo, asequibles precios.  

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Caracterizado por un gusto exquisito, limpieza y orden admirables, allí se puede adquirir una extensa gama de productos, en estos momentos ya ampliados al ajonjolí y a las semillas de calabaza, marañón y girasol.

La ingeniería, base para un buen negocio

Luego de trabajar durante algunos años en varios centros del territorio, incluso en la Universidad Central Marta Abreu de las Villas, el joven (Máster e ingeniero industrial) no ha desperdiciado ni el tiempo, ni las oportunidades.

Entrevistado por CubaSí  a propósito del éxito tenido por esta forma de gestión no estatal, Orelvis explicó que “los expertos hablan de Océanos Azules* como nuevas formas de gestión, maneras legales de establecerse una persona natural para emprender un negocio, y yo lo que hice, precisamente, fue aprovechar las coyunturas, a partir de la ampliación del trabajo por cuenta propia”.

Según dijo desde el 2004 vendía dulces, lo mismo en una bicicleta que en un lugar estable. Hoy ya cuenta con un punto de venta (en la calle Maceo) y un centro de elaboración, donde tiene contratadas diez personas.  

“Un tiempo atrás —señaló— tuve otros sitios para vender pero ahora decidí concentrar los recursos de que dispongo en uno solo con el objetivo de aprovechar mejor la tecnología y optimizar el tiempo y la fuerza de trabajo”. 

 

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Orelvis optó por ser cuentapropista, probó suerte y triunfó. “Utilicé todas las herramientas que la ingeniería me dio, aunque también me superé, pasé cursos en la Asociación de Comunicadores Sociales, hice un diplomado. Desde mi posición el maní me proporciona los ingresos suficientes para resolver la economía de mi hogar y de mi familia”.

Aspiraciones, futuro…    

El maní lo encontramos en toda Cuba y en cualquier escenario se consume; lo mismo en la calle, en fiestas familiares, despedidas de año, carnavales. Hay tradición y es un cultivo que se logra sin emplear tanta tecnología, ni productos químicos, precisó.  

“Entonces para mí es un reto que el maní se convierta en un producto de tanta relevancia como el tabaco, el ron. En nuestro país  está presente hasta en la música;  hay canciones famosas** que se han entonado en todas las latitudes”.

Con relación al futuro, desde junio del pasado año firmamos un contrato con la Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios Aeronáuticos S.A (Ecasa) y ya estamos en los salones VIP de los aeropuertos internacionales Abel Santamaría y Jaime González, de Villa Clara y Cienfuegos, respectivamente.

“Hoy estamos contentos, han crecido las ventas, este contrato se firmó hace un año y ya lo hemos prorrogado. Eso nos da tremendo orgullo, porque siento que también estamos aportando al sector del turismo”, resaltó.

 

* La estrategia del océano azul, creada por W. Chan Kim en el año 1990, busca dejar a un lado la competencia entre las empresas, ampliando el mercado a través de la innovación. El océano azul se define como aquel espacio perteneciente al mercado y que aún no ha sido utilizado o explotado, y que por consiguiente generará una oportunidad para el crecimiento rentable, que tiene muchas ventajas.

**El manisero es una famosa canción popular cubana y que dio a su creador Moisés Simons reconocimiento a nivel mundial. Ha vendido más de un millón de partituras para E.B. Marks Inc. y para 1943 ya había generado U$100.000 en derechos de autor.

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