Tom Lasorda: Cuba siempre ha tenido un béisbol de alto calibre

Tom Lasorda: Cuba siempre ha tenido un béisbol de alto calibre
Fecha de publicación: 
22 Junio 2016
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 El vínculo con nuestro país se remonta a la década del 50 cuando jugara por cuatro temporadas (50-51, 51-52, 58-59 y 59-60) en la Liga Profesional Cubana para los Alacranes de Almendares y Tigres de Marianao.

Su debut como lanzador en las Ligas Mayores se produjo en la campaña de 1954 jugando para los Dodgers de Brooklyn, conjunto con el que permaneció hasta 1955. En 1956 trabajó con los Atléticos de Kansas City. Fue canjeado ese mismo año a los Yankees de Nueva York, pero apenas pudo trabajar en la filial de Triple A (Denver Bears) y así finalizaba su carrera como ligamayorista.

Dos décadas más tarde (1976), los Dodgers de Los Ángeles lo situaron al frente del banquillo y los resultados no tardaron en llegar. En 1981 comandó una generación fantástica encabezada por Fernando Valenzuela, Ron Cey, Pedro Guerrero, Dave Stewart, Burt Hooton, Mike Scioscia y Dusty Baker para alzar su primera Serie Mundial como timonel.
En 1988 los Atléticos de Oakland intimidaban al béisbol con aquella poderosa tanda que unía a Mark McGwire con José Canseco, pero Lasorda y sus Dodgers querían hacer otra vez historia. Nadie les otorgaba favoritismo en el Clásico de Otoño, sin embargo un suceso cambió el curso del enfrentamiento: Kirk Gibson es enviado lesionado desde la banca y conecta uno de los jonrones más memorables para decidir el primer encuentro en la novena entrada (5x4) ante el gran relevista Dennis Eckersley.

Ese impredecible movimiento de Lasorda marcaría el rumbo de la Serie. Finalmente los Dodgers se impusieron (4-1). El estelar lanzador Orel Hershiser fue nombrado MVP de la Serie Mundial. “Tommy” Lasorda dirigiría –los Dodgers- hasta 1996. En 20 años de labor tuvo récord de 1599 victorias con 1439 derrotas y en dos ocasiones fue declarado Manager del Año de la Liga Nacional (1983 y 1988).

Por estos días visita Cuba como parte de un intercambio académico y deportivo entre el Centro de Estudios Martianos y la Academia Steel Elite de Los Ángeles. Peloteritos de la categoría 13-14 de La Habana, Mayabeque y Matanzas sostendrán cuatro partidos -hasta el próximo viernes- con su similar norteño.

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Peloteritos de la categoría 13-14 de La Habana, Mayabeque y Matanzas sostendrán cuatro partidos -hasta el próximo viernes- con su similar norteño.

-¿Qué experimenta al visitar Cuba después de tanto tiempo?

-Estoy muy emocionado. Me hace feliz regresar a Cuba después de 56 años. Aquí jugué con Almendares y Marianao. Fue una experiencia inolvidable compartir en esa etapa con Willy Miranda, a quien considero el mejor campocorto defensivo que he visto en mi vida. Me parece un sueño estar sentado otra vez en el banquillo del Gran Estadio del Cerro. Es increíble…

-¿Piensa que este intercambio académico y deportivo acerque cada vez más a nuestros pueblos?

-Es muy importante este acercamiento para normalizar las relaciones. Somos dos naciones que compartimos muchas tradiciones en común. Una de ellas es el béisbol, que es el alma de la gente en nuestros pueblos. Aquí siempre se respiraba béisbol cuando jugaba. He seguido a los jugadores cubanos y siento mucho respeto por ellos.

-¿Considera que en un futuro no muy lejano nuestros peloteros puedan jugar libremente en las Grandes Ligas?

-Es un tema complejo porque pasa por un asunto jurídico. La MLB está trabajando fuerte para lograr un acuerdo que permita lograrlo. La visita de la Asociación de Jugadores y la Liga en diciembre pasado fue muy positiva. También el partido de los Rays ante la selección cubana confirma que existe una voluntad. Esperemos que pueda suceder algún día.

-¿Qué opinión le merece el béisbol cubano y los jugadores que actualmente se desempeñan en las Grandes Ligas?

-Ustedes siempre han tenido un béisbol de alto calibre. Por décadas dominaron las competiciones internacionales y era casi imposible vencerlos. Hoy día tienen una buena representación en las Mayores: José Abreu, Yoenis Céspedes, Yasiel Puig, Kendry Morales, Yunel Escobar, Aroldis Chapman, José Fernández y Adeinys Hechavarría son hombres importantes para sus equipos.

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Juego de la categoría 13-14

-Usted es el único manager en la historia que ha sido campeón de Serie Mundial y de unos Juegos Olímpicos. ¿Cómo cataloga aquella victoria ante el equipo Cuba en la final de Sídney 2000?

-Es una de mis mayores satisfacciones deportivas. Ustedes venían de ganar dos títulos consecutivos (Barcelona´92 y Atlanta´96). Tenían un gran equipo con figuras como Omar Linares, Germán Mesa, Orestes Kindelán, Antonio Pacheco, Maels Rodríguez, Pedro Luis Lazo y José Ariel Contreras. Nos habían vencido en la fase clasificatoria pero pudimos hacer el ajuste y vencerlos en la final. Ese día Ben Sheets lanzó una joya. Le dieron solo tres hits y completó la blanqueada. Su control fue determinante. Ernie Young conectó un hit muy importante en ese juego.

-Hábleme de su experiencia durante 20 años al frente de un conjunto tan seguido como los Dodgers de Los Ángeles…

-Comencé en 1976 y culminé en 1996. Es la experiencia más importante de mi vida. Dirigí a grandes jugadores y conocí a los mejores exponentes de una época. Tuve el privilegio de ganar dos Series Mundiales. La que conseguimos en 1981 tuvo un matiz especial porque fue la primera como dirigente. Teníamos un excelente equipo. El mexicano Fernando Valenzuela brilló como pocos. Él fue una inspiración para la ciudad y el equipo. Después regresamos en 1988. Nadie creía en nosotros. Los Atléticos lucían imponentes pero en el béisbol los pronósticos suelen desmoronarse. Orel Hershiser cargó el equipo de su brazo y Kirk Gibson hizo una proeza en el primer juego con ese jonrón de dos carreras en la novena entrada. Esa jugada marcó mi carrera como estratega.  Son de esas cosas irrepetibles…

-¿Qué significa para alguien que ha entregado su vida al béisbol ser miembro del Salón de la Fama de Cooperstown?

-Me eligieron en 1997 –por el Comité de Veteranos-, y es el reconocimiento a muchos años de trabajo. Es la cúspide del béisbol, un sitio sagrado y venerado por todos. Estar ahí es un compromiso eterno con este encantador deporte. Tengo 88 años y sigo enamorado de la pelota. Ahora aquí en Cuba cuando veo a estos niños jugar me revitalizo y todavía les brindo instrucciones en voz alta desde la cueva.

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