PARA BAILAR LA SAMBA: Un nadador japonés ha sido robado
La natación japonesa ha sufrido grandes golpes; su deporte todo... ¿Qué no padeció dicho país durante la Segunda Guerra Mundial? Las lesiones enormes sobre el pueblo debido a la lucha de los poderosos por un nuevo reparto del mundo; esto, los que menos sufren, los que sacan lascas tremendas, tarde o temprano, aun sin vencer.
Los deportistas nipones, imposibilitados de asistir a Londres 1948, retornan en los XV Juegos, acogidos por Helsinki en 1952. En la cita finesa alcanzan el brillo superior los luchadores libres Shoachi Ishii (oro en los gallos) y Yushu Kitano (plata entre los moscas). Demuestran condiciones sus gimnastas: Masao Takemoto, plata en saltos al caballo, y bronce en las misma especialidad, Takashi Ono y Tadao Uesako; Ono termina cuarto en ejercicios libres y Takemoto, sexto en anillas. En atletismo, algunos de sus representantes se hacen sentir sin llegar a lo máximo: la discóbola Yoshino, cuarta; el triplesaltista Limuro y el garrochista Sawada, sextos.
Hacia la piscina. Dominio norteamericano aunque las húngaras Eva Szekely, Valeri Gyenge, Katalin Szoke y la sudafricana Joan Harrison les aguan la fiesta a las muchachas.
Entre los hombres, se baten duro varios japoneses: segundo sitial en el relevo libre; Hiroshi Suzuki, plata en los 100 estilo libre; con Goto en cuarto; Shiro Hashizume, subtitular en los 1500; Kitamura en sexto mientras en 200 de pecho Hirayama, cuarto, y Kajikawa, quinto.
Hay un as de este país pero ha sido robado por los estadounidenses: Yoshinobu Oyakawa, amo de los 100 de espalda; también de espalda a la tierra donde nació y al asesinato de Hiroshima y Nagasaki, bombardeo atómico realizado por el imperio gringo cuando no era necesario, para demostrar sus fuerzas al mundo y, en especial, a la nación más heroica de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética.
Oyakawa, magnífico nadador, ser despreciable. Más despreciable los compradores, los que pagan por pecar e impulsan a pecar.
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