DIARIO DE UNA ESPERA: Maternidad, espiral incontenible

DIARIO DE UNA ESPERA: Maternidad, espiral incontenible
Fecha de publicación: 
2 Junio 2016
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Hasta hace pocos meses cuando yo visitaba mi ciudad natal me golpeaba en el rostro la misma pregunta. Luego de los correspondientes saludos, amigos y familiares, repetían la interrogante.

 

Imaginen ustedes la escena: me encuentro con dos ex compañeras de la secundaria, una embarazada y la otra con un bebé en brazos y como un bofetón me llegaba: “¿Cuándo vas a parir tú?”

 

En un punto indeterminado llegó a no asombrarme tanta “preguntadera”, aunque a sus ojos yo pareciera desfasada en materias de cambiar pañales y lavar ombliguitos. Me aprendí un discurso que justificaba mi falta en el hecho probado de estar viviendo el sueño habanero y las posibilidades profesionales que la capital de todos los cubanos ponía al alcance de mi mano.

 

Así, analizando con premura, entendí que en mi familia la cuestión genealógica avanzaba en una espiral incontenible. En el asunto de la “paridera” mi abuela tuvo su primer hijo antes de los 20 y la menor de mis tías cuando aún no cumplía los 18. Antes, ambas se casaron como era debido porque no existían muchas otras opciones “moralmente correctas”.

 

No sé si por ya no vivir en La Habana me enrolé también en los proyectos de concepción. Aclaro, no es que nuestra ciudad maravilla tenga algo en contra de los nacimientos pero las mujeres allí retrasan sus sueños maternales porque el ritmo agitado en todas las capitales del mundo preestablece que esperes más a la hora en punto de dedicar todos tus días a una pequeña personita.

 

Mis amigas más cercanas se ponen a pensar en numeritos cuando calculan que si se embarazan a esta edad entonces cuando sus hijos tengan esta otra ellas tendrán… Así sucesivamente con los números es el cuento de nunca acabar. Entre mis compañeras de trabajo existen criterios divergentes. Algunas ponen en pausa sus proyectos de vida seguras de estar viviendo el momento preciso en que debe llegar la maternidad a sus existencias.

 

También calculan (por lo visto todos lo hacen) períodos de fertilidad, supuestamente más propicios para lograr la llegada de la cigüeña. Otras, decantan por no buscar una ocasión: “Cuando deba suceder, sucederá”-  argumentan.

 

En cualquier momento lo más importante es estar apto psicológicamente porque estar preparados desde lo económico viene siendo harina de otro costal, y aprender a ser padres únicamente se logra en la medida en que se va siendo. Ah eso sí, garantizo que ser madre se siente desde el primer instante de la confirmación médica o cuando avistas las dos rayitas en el test de embarazo.

 

Tengo 26 años y plenitud de facultades físicas y mentales para que todo vaya bien con mi bebé. Mientras espero, disfruto cada nueva mañana a su lado, porque desde ya le siento como una presencia real en mi vida de la que no creo (ni quiero) escapar jamás.

 

Ahora comprendo, esta es una espiral incontenible. Dentro de algunos años, cuando ya tenga nietos, quizás relea estas reflexiones. Por lo pronto voy llenando cuartillas en blanco, con la facilidad de los comienzos me enrolo en esta aventura y no me da miedo que los vientos puedan arreciar. Estoy lista, o eso creo, cada día un poco más.

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