MIRAR(NOS): La asexualidad, espacio para un amor limpísimo

MIRAR(NOS): La asexualidad, espacio para un amor limpísimo
Fecha de publicación: 
3 Junio 2016
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«El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cuál más inexplicable, todo en él es ilógico, todo en él es vaguedad y absurdo».

Gustavo Adolfo Bécquer

 

 

En el complejo mundo de la sexualidad no todo está escrito. A mi juicio porque cada persona es un mundo, si bien no una isla, y los comportamientos difieren dependiendo de contextos y situaciones en específico.

 

Uno de los tópicos más controvertidos resulta el de la orientación sexual. Explicaciones biológicas, científicas y sociales son puestas sobre el tamiz cada vez que sale a relucir. Entre las variantes menos conocidas de la sexualidad humana se encuentra la asexualidad.

 

Los estudios al respecto son recientes, hasta la década del 70 el término se asociaba a las personas que, por alguna razón, presentaban una malformación genital que impedía la consumación del acto sexual. Hoy en día, existe un consenso general de que una persona asexual es aquella que no siente atracción sexual hacia ninguna otra, aunque esté físicamente capacitada para ello, lo cual según algunos estudios, es aplicable a alrededor del 5% de la población mundial.

 

Estudios corroboran que las causas tienen un origen endocrino, mientras que otros señalan una predisposición genética causada por la ausencia de los componentes libidinales que llevan a la persona a sentir el deseo sexual. Sin embargo, no pocos aseguran que su origen es absolutamente psicológico, sin relacionarse con una enfermedad o trastorno.

 

Contrario a lo que se piensa las personas asexuales si entienden las relaciones, la excitación y la atracción física hacia los demás. Algunos corroboran que lo son en el momento cuando viven sus primeras experiencias. Ellos no son seres de otra galaxia ni enfermos, simplemente encuentran su clímax estando solas y en su propia intimidad.

 

Muchos otros sí gustan de establecer relaciones amorosas e incluso llegan a tener una pareja estable con la que comparten la vida desde un punto de vista romántico, sin que medie en estos casos el deseo sexual. Suelen llamarlos “homorrománticos”, “birrománticos” o “heterorrománticos”, en dependencia del o los géneros por el que sientan este deseo.

 

Ahora, pensando para escribir me está pareciendo que es muy transparente eso de amar sin necesidad de una atracción física. Sí, muy importante que exista y prevalezca pero más lindo sería el universo si las cosas fueran tan simples.

 

Que también se siente uno gratificado cuando sabe que su mera presencia física “afecta” de buen agrado la tranquilidad emocional del otro. Que deviene incentivo para levantarnos cada mañana, arreglarnos y busca encantar con un gesto y hasta con un nuevo corte de cabello.

 

Porque todo en el enamoramiento es lindo, de la forma y con el cristal que se mire. Si se mira con amor está garantizado el terrible pero agradable bloqueo de sentidos y el destello de luz que disloca y entumece todas las fibras del cuerpo que habitamos.

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