Sanders contra Trump, un polémico debate que no se dio en EE.UU.

Sanders contra Trump, un polémico debate que no se dio en EE.UU.
Fecha de publicación: 
28 Mayo 2016
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En este inusual proceso electoral en Estados Unidos no faltan las sorpresas y ese imprevisto intercambio que pudo ocurrir el 6 de junio, día de primarias en varios estados (California, Montana, New Jersey, Nuevo México y Dakota del Sur), no se dio.

El Comité Nacional Republicano (RNC) y el Comité Nacional Demócrata (DNC) no se pronunciaron acerca de este tipo de encuentro, tal vez en espera de una reflexión de los probables concursantes.

Los candidatos tienen prohibido técnicamente participar en debates no autorizadas, pero la campaña de Sanders se enfrentó en varias oportunidades con el DNC y su presidenta Debbie Wasserman Schultz, y al parecer no estaban preocupados por la bendición partidista, según fuentes de su entorno. Expertos veían esta como una jugada desesperada de Sanders quien necesita ganar dos tercios de los delegados no comprometidos aun en juego en los concursos entre ahora y el 14 de junio, el último día de las elecciones primarias, para alcanzar a su rival demócrata, Clinton, algo casi imposible por el peso de los superdelegados.

La negativa de Trump a la que respondió Sanders preguntándole ¿A qué tienes miedo?, frenó el aumento de las apuestas sobre si el probable intercambio favorecería a los demócratas o a los republicanos, aunque algunas fuentes adelantaron que el mismo pudo servir para marcar los límites entre dos posiciones extremas, Trump con su mensaje conservador y Sanders con su mensaje liberal socialdemócrata. Pero, detrás del frustrado tope había otros entretejidos, y por ejemplo, Trump trata de atraer a votantes de Sanders en el Medio Oeste pese a que las diferencias ideológicas son demasiado evidentes. El inversionista neoyorquino en la actualidad trabaja para sumar a su redil a muchos de los casi 10 millones de partidarios del senador y esa pudo ser una de las razones que lo llevaron a incursionar en la jugada con un contrario que es la antítesis de sus ideas pero que tiene algo en común, está en contra de la forma de hacer política en Washington.

Antes de ganar el 26 de mayo algo más de los mil 237 necesarios para asegurar su nominación en la Convención Nacional en Cleveland, Ohio, el republicano dejó abierta la posibilidad de hacer algo con el salario mínimo, en un aparente intento de contrarrestar la idea de Sanders de elevarlo hasta 15 dólares la hora.

La estrategia tenía cierto sentido, pues es la única manera en la que Trump puede compensar su déficit nacional frente a la virtual candidata demócrata, Hillary Clinton, en especial en el medio oeste industrial donde el tema del empleo es piedra angular, según analistas de campaña.

En esa región el republicano está obligado a aumentar sus números entre los hombres blancos, principalmente jóvenes, que apoyan al senador por Vermont, y marcar una diferencia con Clinton en sus críticas a las reglas del comercio mundial.

Sin embargo, aunque Clinton tuvo problemas para atraer a la generación del milenio -en particular la clase trabajadora blanca en las primarias contra Sanders-, ese grupo no descarta votar por la fémina.

Una organización especializada como el Harvard Policy Intitute, que trabaja sobre el voto de las personas jóvenes, encontró que Hillary supera al llamado showman republicano 61 por ciento a 25 por ciento entre los votantes menores de 30 años de edad, un margen más grande que el logrado por Obama sobre su rival en 2012, Mitt Romney.

Existe una larga lista de temas en los que Sanders y Trump son prácticamente opuestos, y por ejemplo el senador apoya un impuesto sobre el carbono, mientras su rival califica el calentamiento global como un engaño. Sanders quiere un salario mínimo de 15 dólares la hora, y el otro ha dicho que "nuestros salarios son demasiado altos."

Asimismo Sanders quiere sea aprobada una tasa impositiva máxima de hasta el 54 por ciento y el abanderado de los rojos la quiere reducir a 25 por ciento.

La lista de diferencias entre ambos es muy larga, en incluye temas escabrosos como la prohibición de entrada a Estados Unidos de los musulmanes, la violencia policial excesiva, entre otros, donde ambos están en aceras opuestas.

En este escenario convulso el republicano pudo tratar de pescar apoyos contra Hillary, más cuando encuestas como una reciente de McClatchy-Marista, encuentran que un número indeterminado de apoyos de Sanders dijeron que no votarían por la fémina en noviembre. Por otra parte, el corazón de este rompecabezas político problemático para los demócratas es cómo conseguir que los seguidores apasionados de Sanders se alineen detrás de Clinton.

A principios de marzo, una encuesta del Wall Street Journal/NBC News encontró a un tercio de las personas que votan por Sanders diciendo que "no pueden verse a sí mismos votar por Hillary Clinton en noviembre", lo que lleva a algunos a preguntarse por quién votarán.

La revista The Nation, una voz líder de la izquierda, informó recientemente que casi 60 mil personas que apoyan al político de Vermont se comprometieron a permanecer leales a él, incluso si Clinton gana la nominación.

Sin dudas, Sanders es la manzana de la discordia que puede mover el voto independiente y el de los jóvenes, y esa es una oportunidad perdida por el magnate neoyorquino.

Sanders y Trump son incendiarios por comparación, y un debate ante las primarias del 7 de junio hubiera añadido más fuego a una campaña presidencial que se anticipa borrascosa.

En apenas dos días, la idea corrió como pólvora y se auguraba tendría un gran éxito de taquilla en el ciclo de primarias presidenciales en 2016, hasta ahora históricamente impredecible.

Pero de la misma forma en que creó expectativas, Trump arrojó "agua fría" sobre la idea que había cautivado al mundo de la política en los últimos días.

El 26 de mayo la campaña de Sanders lanzó un duro reto al virtual nominado republicano Donald Trump a participar en el debate y manifestó su esperanza de que no se acobardara y rechazara esa posibilidad.

Algunos, entre ellos el estratega demócrata en comunicación Brad Bannon, calificaron el hecho como un circo e indicaron que la política estadounidense se convirtió en un entretenimiento.

Trump es hoy el republicano más popular pese a que sus discursos son peroratas sobre su popularidad, expresiones de ego, insultos a sus rivales y alguna propuesta impracticable, mientras Sanders es la expresión de millones de estadounidenses indignados y contrarios a la forma de hacer política en Washington.

Tras el anuncio del republicano, el senador por Vermont le preguntó: ¿A qué le temes?

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