El secreto encanto de Isabela de Sagua

El secreto encanto de Isabela de Sagua
Fecha de publicación: 
10 Mayo 2016
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Hay un esotérico secreto que rodea a todos los asentamientos costeros. Y las pieles curtidas por el salitre o probablemente el olor a mar que subyuga los más inquietos olfatos terminan por seducir a los visitantes comprometiéndolos a un regreso más pronto que tarde.

 

Muy cerca de Sagua la grande se encuentra Isabela de Sagua. Para los navegantes situada específicamente en los 79.5º de longitud oeste y los 22.56.30º de latitud norte. Tiene forma de península y forma parte del realengo denominado originalmente “Las Congojas” en el año 1844.

 

En su inicios el pueblo únicamente tenía una calle, las restantes eran puentes de madera por donde los vecinos circulaban hasta las casas circundantes. Daba la impresión – y hasta hoy se conservan algunas muestras- de estar visitando una suerte de Venecia en el Caribe, sin mucha góndola pero con agua por los cuatro puntos cardinales.

 

Todavía se cuentan las historias de piratas cuando aún Isabela no tenía nombre en honor a ninguna reina.

 

Respecto a la denominación muchos aseguran que marineros gritaban a voz en cuello “Isa la vela” cuando estaban a punto de partir. Como siempre sucede el tiempo hizo lo suyo y no existen precisiones respecto al origen pese a que tal y como se señaló anteriormente muchas versiones dan por sentado el seguro homenaje a la reina española, Isabel de Castilla, que si bien ya no existía en el año fundacional de su tocaya costera, hizo lo suyo para que el almirante Cristóbal Colón se lanzara en la expedición de su vida en el año 1492.

 

Y algunos más viejos también dan por sentada la existencia de un tesoro enterrado en Cayo Cristo, pero aunque tantos se aventuraron en la búsqueda regresaron sin recompensa alguna.

 

También Isabela, no por sus dotes de puerto, fue sede de una Plaza de Toros. Y allí hombres pudientes de la comarca sagüera invertían grandes sumas de dinero.

 

En las noches de mucha quietud, desde el mar llegan las voces que no se ponen de acuerdo. Y se sienten los pasos lentos de alguien como cargado con un cofre lleno de monedas.

 

Incluso, hay quien dice, perfectamente se distingue la acalorada discusión para asegurar un mejor lugar para el botín.

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