Bajo el mismo sol: los desniveles deslucen

Bajo el mismo sol: los desniveles deslucen
Fecha de publicación: 
21 Marzo 2012
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Si me piden una opinión sobre Bajo el mismo sol, tendré que preguntar: ¿de qué temporada quiere que le hable? Es difícil generalizar. Las tres temporadas de esta telenovela, encargadas a dos equipos, tienen demasiadas y muy evidentes diferencias.

Desarraigo, la que concluye ahora, es sin dudas la más endeble. La telenovela cayó en picada con una historia demasiado cacofónica. Pero el principal problema, hay que reconocerlo, no fue la historia, sino la manera de ponerla en pantalla.

La Televisión Cubana debe tomar nota de esta circunstancia. Es obvio que mientras no existan métodos efectivos para garantizar el cumplimiento de un estándar de calidad, no se pueden encargar temporadas de una misma serie a realizadores distintos.

El resumen de esta telenovela pudiera ser este: una primera temporada en sentido general bastante aceptable, más por la calidad del guión y el nivel de los actores que por otros elementos de la puesta; una segunda temporada muy bien realizada, en la que todo funcionó como un mecanismo aceitado; y una tercera temporada muy deslucida desde el punto de vista formal, en la que la historia no alcanzó a suplir las deficiencias de la puesta.

Con esta serie, Freddy Domínguez ha demostrado que es uno de los mejores escritores cubanos para la televisión. Ha logrado enhebrar tres líneas argumentales bien definidas, con las correspondientes interrelaciones que le deban unidad a la gran historia.

Cada una de las historias, sobre todo la de la primera temporada, ofreció una visión polémica y franca sobre problemas bien puntuales de la sociedad cubana contemporánea. Es obvio que el género precisa de determinadas mediaciones, que algunos podrán parecerles concesiones. Pero el tratamiento de los temas, incluso de los más arduos, fue más que aceptable.

Es admirable la manera en que el escritor se adentró en los conflictos de la realidad sin poner en riesgo la esencia del melodrama. Aquí estuvieron, por supuesto, los consabidos ganchos de la telenovela tradicional: triángulos amorosos, intrigas de villanos, hijos perdidos y encontrados, amores que parecen imposibles… pero siempre “enmarcados” en contextos verosímiles, sustentados por peripecias lógicas y comprensibles.

Freddy Domínguez probó que es posible algo que muchos creen quimérico: se puede escribir una telenovela con todos los “trucos” que lleva, y que al mismo tiempo ofrezca una visión poco edulcorada, franca, de la realidad.

Buen dialoguista, sus personajes son seres de carne y hueso, perfectamente reconocibles, bien matizados: el tipo de papel que ayuda a los actores.

Este “experimento” de producir una historia coherente en tres temporadas, con núcleos específicos en cada una de ellos, con ejes dramáticos bien definidos, con disímiles intereses temáticos… hubiera resultado mucho mejor si lo hubiera asumido el mismo equipo.

El escritor supo balancear las tres historias, sin que se resintiera la unidad.

Al final de la tercera temporada, da la impresión de que hemos asistido a tres telenovelas diferentes con personajes comunes. Algo que, obviamente, no fue lo que concibió el escritor.

En comentarios anteriores nos hemos detenido en las otras dos entregas, ahora analicemos la que concluye, Desarraigo, cuya historia está muy bien definida por el título. Aquí se habló del abandono de los hijos, del drama familiar que esa circunstancia impone.

El espectro fue amplio: hijos abandonados por inmadurez de sus padres, por decisiones equivocadas, por incomprensiones y debilidad; hijos creciendo sin padres, con formaciones incompletas, con lagunas; hijos que regresan; hijos abandonados que a su vez abandonan a sus hijos…

Para redondear, otros dos acercamientos: un padre que quiere a su hijo, pero que no acepta el proceder de la madre del niño; y otros dos padres cuyo conflicto es la discapacidad mental de su hijo, que de alguna manera ha lastrado la convivencia.

Como en las anteriores temporadas, el acercamiento al tema es sensible, bien balanceado, sugerente, dialogante… Podremos o no estar de acuerdo con las actitudes de los protagonistas, pero es evidente que son lógicas, bien comprometidas con su contexto y las características de cada personaje.

Pero en Desarraigo faltó síntesis. Los personajes se regodearon en una sucesión de peripecias que poco hacían evolucionar a la historia. Los puntos de giro demoraron, hubo historias que no podían sustentarse en tantos capítulos, pudieron haber sido resueltas en menor tiempo.

Pero insistimos, la historia no fue aquí el principal problema. Aunque si hubiera sido más convincente, menos evidentes hubieran sido los defectos de la puesta.

Los conflictos fueron verosímiles, bien planteados y resueltos.

En Desarraigo el nivel de la realización decayó ostensiblemente. Desde la misma presentación, que no soporta la menor comparación con la de la temporada anterior. Uno se pregunta: ¿cómo los encargados de la producción aceptan productos de tan baja calidad? En los años 90, la televisión hizo presentaciones más dignas que las de esta temporada.

La fotografía fue menos sugerente y por momentos francamente chapucera; el diseño de iluminación fue plano, poco dado a los matices; la escenografía lució menos verosímil; aunque aquí mucho debió influir la manera en que se fotografió: ¿Cómo es posible que los mismos decorados se vieran tan distintos en las dos temporadas?

Ni siquiera el nivel actoral estuvo a la altura de las temporadas precedentes. Claro, hubo un nivel más que aceptable en ese ámbito, con desempeños muy convincentes, pero fueron evidentes desniveles entre actores demasiado enfáticos y otros rozando la infractuación.

Bajo el mismo sol será recordada, sobre todo, por la contundencia de la historia de la primera temporada, y por la cuidadosa realización de la segunda. Ha sido, con todo, una telenovela atendible, pero es evidente que guion tenía muchas potencialidades que quedaron en los deseos.

La Televisión Cubana tiene que atender más la calidad de sus realizaciones. Ha quedado demostrado que el principal problema no son los recursos, sino la capacidad de los creadores. Con el mismo dinero, se pueden hacer cosas muy diferentes.

Comentarios

Absolutamente de acuerdo con el periodista. La última temporada fue la peor, la más aburrida. Solo no estoy de acuerdo con su aprciación sobre la actriz Amada Morado, me pareció genial... Saludos desde Santiago de Cuba

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