MIRAR(NOS): Equivocarse viene antes del éxito

MIRAR(NOS): Equivocarse viene antes del éxito
Fecha de publicación: 
6 Mayo 2016
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Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos.

Paulo Coelho

 

Tengo unas pocas certezas, algunas pocas después de todo son en medio del caos privilegio. No espero persuadir a nadie, los viernes tampoco mis lectores están para cantaletas absurdas ni regaños o pleitos.

 

Pero me gustaría llenarme de valor para exhortar a todos aquellos que piensan mucho. Los que pierden más de sesenta segundos dando vueltas a un asunto y se ponen a recalar en experiencias anteriores para no tropezar de nuevo con alguna piedra, la misma u otra diferente de todos modos sería injustificable el traspiés y en mayor medida si los lleva al suelo.

Sin embargo, yo garantizo que equivocarse tiene sus ventajas no únicamente para las futuras generaciones. Equivocarse es absolutamente humano, tanto como respirar. Hay equívocos más caros que otros y al momento se es consciente del peso enorme de una culpa.

 

Aseguro que nadie tiene su conciencia completamente limpia porque alguna vez algo falló o se salió de nuestro pronóstico y superó las pobrísimas perspectivas doblando apuestas.

Dicen que las equivocaciones y las crisis son la manera que tiene la vida de enseñarnos a caminar por territorios que de otro modo nunca habríamos descubierto.

 

Con cierta regularidad decimos que hemos fracasado, cuando en realidad lo que hemos cometido son errores. El fracaso se suele utilizar para una persona que ya tiró la toalla y que no puede aprender o se niega a hacerlo.

Los triunfadores no son los que nunca se equivocan, sino los que lo intentan, y si no sale como esperaban, aprovechan el error como herramienta de aprendizaje. Entonces se ponen a aplicar lo aprendido e intentan otra cosa.

¿Por qué hay personas que ven oportunidades donde otros ven riesgos.

 

Cuánta gente hay que nació con limitaciones y que lejos de fracasar ha triunfado en la vida. No voy a mencionarlos a todos pero para ninguno fue fácil un comienzo. Gente admirable que supo pasar por alto las vallas, que supo madurar.

Ahora viene a mi mente el momento cuando García Márquez escribía Cien años de soledad. El casero había llamado varias veces para que pagaran la cuenta y la última vez su esposa le preguntó cuándo terminaría de escribir. El futuro premio Nobel respondió que en seis meses y hasta entonces ella sustentó la casa empeñando su palabra ante el arrendatario de la vivienda. Después todos saben lo que pasó.

El psiquiatra español Enrique Rojas, autor de más de veinte libros, decía sobre la madurez que para formar el carácter es necesario conocerse, dominarse, adaptarse y evolucionar a través del cambio. Ser realista y tener un proyecto, afrontar cualquier acontecimiento, responsabilizarnos de nuestros actos y no dar demasiada importancia a las cosas.

Hablaba también de romper nuestros límites mentales. Las barreras están en nuestra cabeza. Cuando nuestro pensamiento cambia, el mundo cambia con él y aumentan nuestras posibilidades.

El arte de equivocarse consiste en aprender de los errores y luego cerrar puertas, único modo de que se abran otras, aprender a morir al ayer, decía el especialista es la única forma de inventar el futuro.

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