Dulce María: la hija del General, la dueña del jardín

Dulce María: la hija del General, la dueña del jardín
Fecha de publicación: 
27 Abril 2016
0
Imagen principal: 

 

En su segundo año de vida, el siglo XX empezaba a dar sus primeros pasos. Justo en diciembre de 1902, aciago calendario también debido a la Enmienda Platt, nacía la hija de un General. De él heredó la pasión por los versos y el amor por el suelo cubano.

 

A pesar de que ella y sus hermanos Enrique, Flor y Carlos Manuel no realizaron estudios junto a otros niños y niñas de su edad en algún plantel educacional, todos se abrieron al conocimiento con varios preceptores que venían a la casa para impartir lecciones, bajo la cercana mirada de la madre.

 

Desde muy temprano, Dulce María sintió una gran atracción por la literatura y a los 17 años salió a la luz una de sus primeras obras, “El poema a Cristo”.

 

De su fecunda pluma también nos quedaron importantes títulos, como la novela lírica “Jardín”, a la que dedicó siete años de su vida, por su creciente búsqueda de la perfección y también los poemarios: “Finas Redes”, “Poemas sin nombre”, “Un verano en Tenerife” y “Melancolía de otoño”. También fue amplísima su publicación de crónicas semanales, escritas durante la década de los años 50, para los diarios habaneros Excelsior y El País.

 

Dulce se vinculó a importantes figuras de las letras de la talla de Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Rafael Marquina y Carmen Conde, entre otras. Acoge en su casa, en las llamadas "juevinas" (las más afamadas tertulias literarias cubanas desde las organizadas en el siglo XIX por Domingo del Monte) a Emilio Ballagas, Gonzalo Aróstegui, María Villar Buceta, Angélica Busquet y otros intelectuales de la Isla. Toda esta etapa, que pudiéramos llamar de formación, se extiende hasta los años cuarenta y es narrada de manera inigualable en una sui géneris memoria, titulada Fe de vida, que la autora dedica a su segundo esposo, Pablo Álvarez de Cañas, periodista canario radicado en Cuba.

 

Dulce María Loynaz es considerada una de las cinco musas de América, que junto a Gabriela Mistral, Delmira Agustini, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbouru llevan la ruptura temporal en un lenguaje virgen y cerrado como una isla creada por la hija del General.

 

En la recta final de su existencia, el 5 de noviembre de 1992, a Dulce María Loynaz le fue otorgado el Premio Miguel de Cervantes, considerado el más importante de las letras hispanas y ese mismo año, durante el Tercer Congreso de Mujeres del Caribe, efectuado en Curazao, también fue seleccionada como la poetisa más distinguida del siglo XX dentro de nuestra área geográfica.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.