Los Ocho apellidos de Diego San José

Los Ocho apellidos de Diego San José
Fecha de publicación: 
9 Abril 2016
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Hoy CubaSí conversa con Diego San José quien dice que no hace falta ser cómico para hacer guiones de humor. Confiesa que no se rige por un horario para escribir y que muchos de los temas de los que le motivan están relacionados con sus temores. Su primera película trata sobre el desplante de una muchacha y del miedo al rechazo.    
 
— ¿Cómo contactas con la muestra?

—En realidad es la muestra la que me contacta. El año pasado por estas fechas me contactaron a última hora para hacer este mismo taller y lo tuve que anular para escribir la segunda parte de Ocho apellidos vascos y este año ya era en plan que ‘esté como esté tengo que venir’. Ha sido una iniciativa de ellos que respondí con entusiasmo y es lo que hace que esté hoy aquí.

—¿Has venido otras veces a Cuba?

Es la tercera vez que vengo, yo vine hace cuatro años o cinco, no recuerdo exactamente, a una muestra de cine español en las que pusieron mis dos primeras películas y luego he venido a nivel personal una vez más en agosto del año pasado en plan de disfrutar.

— ¿Qué conoces del humor que se hace en nuestro país?

—Conozco muy poco, cosas de animación como Vampiros en La Habana que es un clásico. Lo último que he conocido es la conversación telefónica que hizo Obama que me pareció muy importante, no sólo por el programa cubano sino de que un político participe en un programa de humor.

“Es una muestra de carisma e inteligencia tremenda. Que la política se acerque al humor y sea capaz, sobre todo, de reírse de sí misma creo que es un síntoma de sanidad política y democrática, que me alegra ver. No lo veo mucho en España pero cuando lo veo fuera me parece bien porque son tendencias a las que vamos a ir los demás”.

—¿Qué opinión tienes de Ocho apellidos vascos?

—Es curioso cuando hago algo que no es lo que más me gusta pero es lo más exitoso. Es una cosa que es bastante habitual. No sólo para los cineastas sino para los escritores, músicos... Hay una reflexión que a mí me encanta que ‘cuesta lo mismo escribir un fracaso que un éxito’. Me ocurre lo mismo que a un padre si tiene cuatro hijos y hay uno que más débil, que siempre te pones del lado de tus fracasos, de tus obras menos consideradas. Ocho apellidos vascos sin que yo la considere mi mejor película, es la mejor para la gente.

—¿Por qué escribes la segunda parte?

—Yo crecí diciendo que las segundas partes eran malas. Hace 20 años si me hubieran dicho de hacer una segunda parte, no lo hubiera hecho. Lo que ocurre es que Ocho apellidos vascos fue tal el éxito en España, la vieron 10 millones de personas cuando el país tiene como 50 millones, que era imparable la segunda parte. Es decir, la segunda parte se iba a hacer la escribiésemos nosotros o no.

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“Luego escribiendo, me he dado cuenta que las segundas partes no es que sean peores, que posiblemente también, pero sobre todo ocurre que ya no hay ningún factor sorpresa. Los personajes ya existen y es como volver a ver a alguien que te sorprendió mucho en una primera cita, disfrutas pero de otra manera. Eso hace que las segundas partes por naturaleza sean muy complicadas”.

—¿Cuál es tu formación?

—Es curioso, porque no tengo formación de ningún tipo en cuanto a lo creativo. Yo estudié con 18 años Empresariales, que es como administrar una empresa. Me doy cuenta que no me gusta nada pero acabo porque tenía un compromiso con mis padres. En el quinto año, unos meses antes de que acabara la carrera, empecé a hacer cortometrajes con unos amigos. Uno de ellos tenía una cámara de video pero no sabíamos nada de cine.

“Había un concurso en San Sebastián, la capital cercana a Irún, en el Centro Cultural. Allí emitían cualquier cosa que llevaras aunque no ganaras y allí lo llevamos por verlo en la pantalla grande. El corto no ganó nada porque era muy malo, de verdad que no tenía ningún talento pero en el jurado había una chica que encontró en el guion cierta gracia.
“El guion lo había escrito yo de casualidad. Nosotros nos repartimos funciones y me tocó esa. Fue de estas casualidades, no sé si en Cuba está mejor articulado, pero en España dedicarte al cine es fruto del azar”.

—¿Cuáles son tus nuevos proyectos?

—Ahora estoy escribiendo una comedia sobre un personaje de cómics que en España es muy conocido. Se llama súper López que fue en los años 80 una parodia a Superman pero visto como un superhéroe español.

“Queremos hacer una película como la que nos llegan de Estados Unidos pero con la hipótesis de ¿qué pasaría si ese tipo de epopeyas ocurren con la idiosincrasia y el regionalismo español? La estamos terminando de escribir y se rodará posiblemente el año que viene.

“También tengo una película más pequeñita que tiene que ver con un comando de la banda terrorista ETA durante semanas antes que se declarara el alto al fuego. Son cuatro de ellos que no están de acuerdo y quieren hacer algo para evitar esto. Es una comedia costumbrista pero con este tipo de personajes como protagonistas. Esto sería para Netflix.

“Me encanta hacer ahora una película que no sea para el cine, que es lo que he hecho toda mi vida sino probar que pasa con este nuevo tipo de plataformas que se consume de una manera distinta y que parece que va ser el futuro del audiovisual”.

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