Una Carmen cubana llega a París

Una Carmen cubana llega a París
Fecha de publicación: 
10 Marzo 2016
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Norge Espinosa es, ahora mismo, uno de nuestros más internacionales dramaturgos. Que sus obras sean asumidas por compañías en el extranjero ya casi no es noticia. Pero que el célebre Teatro del Châtelet, de París, estrene próximamente su cubanísima versión de Carmen merece especial atención.

Téngase en cuenta que ese es uno de los templos del teatro musical, la ópera y el ballet en el mundo. Ahí se presentaron, por solo citar algunas celebridades, Chaikovski, Gustav Mahler y Richard Strauss. Fue allí donde los Ballet Rusos estrenaron algunos de sus clásicos… Y desde el 6 de abril acogerá Carmen La Cubana, a partir de la conocida historia de Prosper Mérimée y con la famosa música de Bizet.

Entrevistamos a Espinosa, responsable del libreto de este musical.
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—¿Por qué Carmen sigue apasionando a tantos creadores tantos años después? ¿Por qué te seduce a ti?

—Carmen ha logrado esa libertad que muy pocos personajes consiguen: se ha independizado del argumento que nos la presenta, la noveleta de Prosper Merimée, y se ha convertido en un símbolo de la mujer rebelde, segura de su poder de seducción, y capaz de retar al destino más grave.

“Es española, sevillana, pero la imaginó un narrador francés. Y la célebre ópera de Bizet, que tuvo una acogida fría en su estreno de 1875, la ha arropado con una partitura tan digna como popular.

“A mí me seduce como reto: ha sido versionada tantas veces y de tantas maneras que aportarle algo nuevo a su leyenda es una prueba de fuego. Por suerte me respaldan profesionales de primer orden en este empeño tan complejo como provocador”.

—¿Cómo es tu relación con los referentes: la novela, la ópera, la Carmen Jones de Oscar Hammerstein? ¿Por qué ubicarlo en la Cuba de los años cincuenta?

—Carmen La Cubana surge como una visión de Christopher Renshaw, director británico de ópera y musicales con una trayectoria que incluye a figuras como Joan Sutherland y Pavarotti, y producciones en Londres y Broadway (Wewill rock you, The King and I y Zorro).

“A sugerencia de Nilo Cruz, me localizó para hacerme parte de este proyecto. Justo en ese instante yo estaba revisitando Carmen, para una producción titiritera sobre ese argumento que aún le debo a Teatro de las Estaciones.
“Ella estaba ya en el ambiente, en la voz de la Callas o Teresa Berganza, en las coreografías de Mats Esk o Roland Petit y Alberto Alonso.

“El punto de partida para esta producción de Renshaw era Carmen Jones, el musical que Oscar Hammerstein creó en Broadway a inicios de los años 40, recolocando la fábula en los Estados Unidos y fusionando la ópera con jazz, bebop, etc., para un elenco de actores negros.

“De ahí provino el filme que en 1955 protagonizaron DorothyDandridge y Harry Belafonte, con gran éxito.

“Vi ese filme en mi infancia, en Santa Clara, junto a mi madre. Ese recuerdo me ayudó a colocar a Carmen en la Cuba de fines de 1958. Es, por lo tanto, un sueño compartido con Renshaw y el equipo de notables creadores que ha conseguido enlazar, y que incluye a un esforzado equipo de producción en Cuba, que tuvo que inventar a veces las soluciones de cosas que parecían insolubles”.

—¿Cuáles son las peculiaridades de esta puesta en Francia?

—La obra traslada la ópera a la sonoridad de la música latina. Alex Lacamoire, merecedor del Tony y quien acaba de ganar su segundo premio Grammy como mejor orquestador de un espectáculo de teatro musical, es una pieza clave en ese experimento.

“Él, junto al cubano Edgar Vero, han hecho que Carmen cante no solo en español, sino en cubano. Traduje todas las canciones y algún fragmento de la ópera, trabajando de cerca con Renshaw en el guion.

“Ha sido un largo proceso que arrancó en el 2013 y ahora llega a su primera presentación internacional. En junio del 2014 se presentó toda la obra a manera de workshop en los muelles de la Aduana Habanera, y ya ahí estaba Luna Manzanares como nuestra Carmen, acompañada por las coreografías de Roclan y el Ballet de la Televisión Cubana.
“Fue un aprendizaje enorme, junto a Christopher, Alex, y todos los que apostaron por esta idea.

“Dado mi gusto por el teatro musical, tan maltratado entre nosotros, esta oportunidad era un sueño cumplido: me puso en contacto con nombres firmes de esa expresión, y me retó en el agotador proceso de ir moldeando la pieza a medida que se iba conformando en escena.

“La fusión de música, comedia, drama, baile, requiere mucho empeño. Para mí esas lecciones ni siquiera hoy, a punto de estrenar la obra nada más y nada menos que en el Teatro de Chatelet de París, donde se estrenara La siesta del fauno y el Petrushka, han terminado. Es parte de una fase de contactos internacionales, que me ha llevado a trabajar con Teatro SEA en Nueva York y también en Puerto Rico. Pienso en todo ello como nuevos retos para mi labor como dramaturgo”.

—¿Has influido de alguna manera en la selección del elenco?

—El elenco está integrado por algunos miembros del workshop que se hizo en Cuba, como Emán Xor Oña en el rol del sargento Moreno, y Luna Manzanares como Carmen. Él fue una de las propuestas que hice a Renshaw para ese personaje. Ella, hija del diseñador Calixto Manzanares y de la actriz Ana María Nardo, es más conocida como cantante, pero demostró tener todo el potencial para convencer con su Carmen. Su desempeño es toda una revelación.

“Ahora, en París, trabajamos con un guion en el que también ha intervenido el dramaturgo británico Stephen Clark para una versión en spanglish, aunque las funciones en París serán íntegramente en español.

“Y se han integrado cubanos, cubanoamericanos, puertorriqueños, dominicanos, norteamericanos, para crear un elenco multinacional de gran colaboración y respeto mutuo. Cada día verlos interactuar en el salón de ensayo hace que se renueve mi fe en este proyecto”.

—¿Cuáles son tus expectativas para esta puesta?

—Venir a hacer Carmen en Francia es como bailar en la casa del trompo. Nuestras garantías están en la música que suena extraordinariamente. En su solidez como soporte de la acción total, y del baile, según lo exige un director experimentado. En el talento y la naturalidad de sus intérpretes. Es la primera pieza de teatro musical que recibe desde Cuba la ciudad de París como una producción en la que se integran además otras naciones.

“Me gustaría que Carmen Jones demostrara que en Cuba se puede hacer teatro musical, que es posible que productores foráneos apuesten por el talento cubano, no solo para repetir producciones ya vistas en Broadway, sino para fusionarse con el ritmo de nuestro país, con su historia y con sus alegrías y contradicciones.

“Cada vez que piso el escenario de ese hermoso teatro que es el Chatelet, me estremezco. Ahí bailaron Nijinsky y la Pavlova, han cantado figuras como Cecilia Bartoli, es la sede anual de la entrega de los Premios César. No es un teatro más en París.

“Cuba está ahora más a la vista, es una gran interrogante para quienes nos miran desde otras latitudes. Me gustaría que esta Carmen cubana le diera a ese público tan exigente nuevas respuestas sobre nuestro país y su cultura”.

 

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